domingo, 1 de abril de 2018

ME DUELE SEMANA SANTA.


       Portan la imagen, para lo que era necesario pagar bastante dinero en la subasta, tres de los hermanos Mazariegos Vázquez. En los brazos delanteros Juan "Jabonero" y Andrés. Las de atrás, el mayor, Antonio, a quien no se ve y el brazo derecho trasero Teófilo Fernández, "Ofo". Por delante el mayordomo de entonces, Luis Cepeda Lucas, "El Currero". Los cofrades que se ven al fondo son: Anatasín el de Andres y Adolfito Riñones, "Ardilla", quien sigue siendo  cofrade. 



                    ME DUELE SEMANA SANTA Y LA INJUSTICIA.

          Me duele por la farsa, el esperpento que todas las primaveras venimos montando en torno al sufrimiento de un hombre bueno: Jesús de Nazaret.

            Desde adolescente, hasta bien entrado en la madurez, vivía estos días, sobre todo en los actos litúrgicos,  con un verdadero fervor religioso que me trascendía, que me hacía amar a todos, sin un odio, sin una enemistad. (“Yo he nacido en estos llanos de la estepa castellana, cuando había unos Cristianos/ que vivían como hermanos/ en república cristiana…”) . Días casi místicos de romántico ascetismo, al vivir los mismos ritos que vivieron nuestros mayores al escuchar las mismas campanas tañendo lúgubre, los mismos tambores, las mismas esquilas; al respirar el mismo olor a campo, a oveja y a rosquilla; el recuerdo, al pasar por la Puerta de Villa,  de tanto labriego, amo, mozo  de año, agostero, podador, alumbrador…; de tanta mujerica vendimiadora, algarrobera, respigadora…. Y de inspirarme, como a ellos, mucha compasión el sufrimiento, tan bien reflejado en las imágenes.

          He ahí la gran tragedia de la humanidad: el sufrimiento, los sufrimientos. Uno inevitable: el de las enfermedades (cada vez más paliadas)  y la muerte;  otro evitable: el que nos provocamos los unos a los otros.

          Para el segundo nos dio los remedios: un código de conducta basado en la bondad y en la honradez: fraternidad y  justicia (me refiero a la justicia social. La otra, la de los jueces, si todos fuéramos buenos, justos, honrados no sería necesaria), compendiado en el Sermón de la Montaña. Y, a éstos, a los buenos, a quienes cumplen ese código de conducta, a quienes si pecan se arrepienten, les promete la vida eterna. La esperanza al temor existencial que, a todos, nos preocupa.

          Esa doctrina chocaba contra los poderes instituidos en una sociedad injusta, en la que los fuertes oprimían a los débiles. Y se lo cargaron, y de qué forma tan bárbara y cruel. Pero su doctrina cuajó, y sus seguidores de los primeros tiempos fueron puros. Después: ¡cómo se fue adulterando!, hasta el esperpento actual.

          Soy, como otras tantas, persona sensible y compasiva.( Me afecta el sufrimiento de los demás, incluido el de los animales, aunque ahora, tan saturados de guerras, tragedias, crímenes, sucesos, ante la impotencia, uno ha de decir: ¡lo siento!, pero yo qué voy a hacer, salvo reprobarlo). Por eso los “Gregorios Fernández”, Junis, Montañeses, Salcillos…, me siguen conmoviendo. Fue el primer inocente histórico “ajusticiado”.

          Por desgracia, a pesar de su doctrina o, incluso, lo más lacerante, por parte de quienes se decían sus seguidores, millones y millones de seres inocentes en la historia de la humanidad, han sido aniquilados con parecida crueldad o muertos en guerras: Bárbaros contra Romanos, Musulmanes contra Cristianos; las Cruzadas, Católicos contra Protestantes; la infame Inquisición; rojos contra nacionales (en todos los casos: y viceversa) guerras mundiales, los campos Nazis de exterminio; la plaga Yihadista actual… A muchos de estos inocentes, como al de Nazaret, les hicieron, además, pasar por la cruel parodia de un juicio: tribunales militares contra los “republicanos”, y de milicias populares contra “nacionales”, por ej. Siguen dándose aislados casos, conozco alguno, de inocentes condenados, lo que, aunque no sea a muerte, siempre es grave condenar a un inocente. Menos mal que en este caso, las pruebas de inocencia son tan contundentes, que la verdad ha de abrirse camino.

          Y  resulta que la doctrina del Nazareno tiene plena vigencia, es muy coincidente con la moral natural,  con la ética universal. Que el humanismo cristiano ha impregnado las políticas de progreso en Europa. Que Cristo fue el primer regenerador.

 Y la práctica religiosa, sobre todo la procesional, si no se traduce en un mejor comportamiento personal es pura hipocresía. Por ello me pregunto (aparte del costumbrismo, la tradición, de la belleza estética, de la estremecedora solemnidad de los pasos por las viejas rúas de Rioseco, de Zamora, de Valladolid…) ¿sirve para algo tanta  piadosa talla, tanta flor, tanta corneta, tanto caperuz, tanto oropel, tanto cirio, tanta carroza, tanta mantilla, tanta peineta…? ¿Para qué acompañar a un hombre bueno si no seguimos su ejemplo?

          Por eso, por tanta falsedad, si bien espero no vuelva a haber inocentes condenados, me duele la Semana Santa.
                            
           
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