domingo, 29 de octubre de 2017

NO HABRÁ OTRA SEMANA TRÁGICA.


     Puede que pensando en los antecedentes históricos, en los altercados del día del referendum, en las recientes manifestaciones callejeras, haya gente con miedo a que en Cataluña, sobre todo en Barcelona, se va a liar. Ya verán como no. Simplemente porque la situación social, económica y política en nada se parece a la de hace ciento y pico años.

    Finales del convulso y desastroso siglo XIX. Los catalanes están asentados sobre una tierra variada, rica, de buen clima, con abundante fachada al Mediterráneo. De siempre han sido laboriosos, emprendedores. De ahí que, en los años de la revolución industrial, propiciada por el invento de la máquina de vapor, creen, junto a Vizcaya, el primer foco industrial de España, basado en la industrial textil: los telares sustituyeron a las ruecas. Ese fue el embrión de toda la posterior industrialización y del enorme progreso de la región.

   Esa industrialización creó el primer gran proletariado urbano. Empezaron a llegar los primeros inmigrantes. Las condiciones de trabajo eran duras para los obreros: jornadas laborales de doce horas, salarios insuficientes, falta de higiene, de seguridad social. El caldo de cultivo apropiado para que prendiesen las doctrinas marxistas y anarquistas.

   Sin ir más lejos, situémonos en la Restauración, en la llegada al trono de Alfonso XII, 1875. Canovas del Castillo implanta un remedo de Monarquía constitucional, seudodemocrática. Aquellas elecciones dirigidas desde arriba en que, a través del sistema caciquil, se turnaban en el gobierno liberales, Práxedes Mateo Sagasta y conservadores, don Antonio Canovas del Castillo.

   Lástima que aquel rey, que apuntaba buenas maneras, muriera tan joven, a los 28 años, en 1.885. Él podría haber empezado a introducir todas las reformas, todo volverle el cuajo a aquella España, pobre, inculta, siempre consumida por luchas intestinas entre banderías dirigentes.

   Se hace cargo de la corona su segunda mujer, María Cristiana de Hasburgo-Lorena, quien, después de dos niñas, trajo al mundo un niño, póstumo. Aquella pobre mujer estaba en manos de la camarilla cortesana. Los militares seguían siendo el mayor poder. Ocurre el desastre colonial, la pérdida de Cuba en el famoso "noventa y ocho". El turno Canovas, Sagasta no da más de sí. Empiezan a sucederse en los gobiernos, tan breves como inestables, además de los anteriores, Silvela y Azcárraga.

    En 1902, con dieciséis años, es coronado rey Alfonso XIII. La Constitución de 1876 permitía muchas prerrogativas a los reyes, disolver gobiernos, por ej., ¿Qué criterio podía tener un muchacho de esa edad? Enamorado perdidamente de una muy joven princesa inglesa de gran belleza, Victoria Eugenia de Battengerg,  se casa con ella a los veinte años. Empezaron a tener hijos cada año, siete, entre 1907 y 1914, además de dos o tres bastardos. ¡Menos mal! que peluchó uno, el príncipe don Juan, abuelo de nuestro querido monarca actual (nada qué ver con sus antepasados), Felipe VI.

     Alfonso XIII fue un hombre de buenas intenciones, de carácter bastante liberal, incluso diría que buena persona, pero era imposible meter en cintura aquella jauría que era España: crónica y penosa la situación social y económica, pujando con fuerza los movimientos y partidos de izquierdas, dirigentes políticos, sin sentido del estado, o muy escaso empeñados en imponer sus intereses partidistas capillistas, pues todo lo manejaban un puñado de dirigentes en cada facción. Cincuenta gobiernos desgobernaron España, contando el lapsus de la dictadura de Primo de Rivera, 1023-1929, durante los veintinueve años del reinado de Alfonso XIII.

    Tan pronto formaba gobierno Silvela, como Azcárraga, Villaverde, Maura (este cinco o seis veces), Montero de los Rios, Álvaro de Figuerosa, Moret y  Eduardo Dato (también repetidores) o Canalejas. Y más nombres que no cito por no ser exahustivo, que esto no es la Wikipedia.

     La desgracia fue que los dos con más sentido de Estado, murieron en atentados terroristas. Canalejas pudo haber remediado la situación.

     La doctrina anarquista caló en masas obreras catalanas, quienes al no conseguir sus reivindicaciones, comenzaron a apelar a la violencia. El anarquismo para sus jóvenes seguidores era un religión, por la que estaban dispuestos a dar la vida. Total: para vivir tan oprimidos como vivían... También en Villalpando, en el 36 esas ideas anarquistas le costaron la vida a unos cuantos muchachos

      Los anarquistas atentaron en Barcelona contra el general Martínez Campos; arrojan una bomba en el teatro del Liceo y mueren veinte personas; otra al paso de la procesión del Corpus que mata a catorce. En Madrid, además de los políticos dichos, se cargaron a Canovas del Castillo, ya anciano; atentaron a la carroza nupcial en la boda de Alfonso XIII, después otras dos veces; también habían atentado contra su padre.

     Como no se supo quién había lanzado la bomba del Liceo, los "tribunales" y militares abrieron proceso contra todos los sospechosos, que lo fueron todos quienes tenían alguna significación libertaria. A cerca de cien encarcelaron en Monjuit. No sé si sesenta o más, a base de las más insufribles de las torturas, acabaron declarándose autores. Al final fusilaron a seis o siete.
 
      Aquel proceso de Monjuit, espoleado durante años por la prensa  progresista, o quien se hacía pasar por tal, como el populista e inmoral Alejandro Lerroux, fue utilizado como ariete contra la Monarquía.

     ¡Bueno!: pues ya ven como estaba el patio entre finales del XIX y primeras décadas del XX. Y con esa situación, ya no recuerdo a qué Gobierno de Alfonso XIII, uno de Maura debió ser, se le ocurre en 1909 participar en el intento de colonización de Marruecos, para el que alistan a los soldaditos pobres, los que no tenían dinero para pagar la cuota que libraba del servicio militar.
   
       La gota que colmó el vaso: insurrección general en Barcelona: huelga general, quema de conventos, barricadas, enfrentamientos sangrientos en las calles; últimos de julio primeros de agosto de dicho 1909. Muchos daños materiales, setenta y cinco muertos civiles y tres militares. Fusiles, cañones  y caballos contra tirachinas...

      Pero ahora, superadas tantas dificultades y errores históricos, en España vivimos en paz, en democracia, en una sociedad del bienestar, con derechos sociales, educación, sanidad universales..., No quedan anarquistas ni comunistas hambrientos de pan y justicia. Esos rabiosos de la CUP , de Podemos, de ERC, se limitan a ladrar mentiras y demagogias en los debates, como anoche en la Sexta. Tienen buenos sueldos, y con la barriga llena nadie es revolucionario. Además su ideal de la "república catalana", ni es tan grandioso ni tan vital como el de anarquistas, comunistas y socialistas que salieron a las calles en la Semana Trágica.

     Además los agitadores de ahora, ni tienen el predicamento, ni el campo abonado que tenían, Lerroux, Pablo Iglesias, el viejo, Ferrer, Durruti,...,

     Y lo más reconfortante, espejo de lo ocurrido en la transición: la grandeza de Pedro Sánchez (lo cito en primer lugar, por ser quien ha hecho mayor sacrificio); Rajoy y Albert Rivera, la grandeza digo de llegar a un acuerdo para frenar la secesión.

     Ayer sábado, recién implantado el 155, las calles de Barcelona eran una balsa de absoluta normalidad. En estos momentos hay miles y miles de manifestantes que quieren paz, tranquilidad, prosperidad y seguir en España.

     Espero y deseo que igual que el cese y traspaso de Trapero se ha hecho con toda la normalidad, así va a ocurrir más o menos. Ya verán como nada que ver con aquella "Semana Trágica".


       

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