domingo, 22 de octubre de 2017

¡Ay Dios mío!


     El viernes, en los pimientos, supe por Manola, la de Olegarín, que su amiga Leonisa se había roto una pierna y estaba en la residencia. Me producía mucha ternura ver a esta pareja, solas cada una en su casa, aunque Manola tenga a su hijas cada poco, no sin cierta dificultad, dar su paseo diario. ¡Además!: son tan buenicas mujeres.

   Hace mucho que no iba por  allí, así que hoy, decidí ir a Misa, y luego darle "el sonriente aeo" a quienes son capaces de disfrutarlo, Leonisa, entre ellas.

      La capilla está en obras. Me indican las "sores", muy amables, que pasé a la sala grande de visitas de la izquierda. Allí, ayudado por una monja, sobre improvisado altar, oficia don Primitivo. Unas cuarenta personas, la mayoría en sillas de ruedas y andador, seguimos la ceremonia. Todo de una  resignada decadencia.

    Ya, según salían, le digo algo a Amado y su madre, de Vega de Villalobos, en silla de ruedas. Luego me acerco a mi prima Carmen Gutiérrez Chimeno, (en el Chimeno está el parentesco) camina con andador, al lado de Visi Martín Chimeno. Ésta prima carnal de mi padre. Nació y vivió siempre en Zamora. La menor después de tres hermanos varones. Uno de ellos, Casimiro, era muy conocido en Villalpando, por ser uno de los jefes de Sindicatos. Venía mucho por aquí a informar de todo lo relacionado con la Seguridad Social, que se estaba implantando: afiliaciones, pago del sello del CLA (cartilla laboral agrícola), puntos de subsidio por hijos, etc.). Yo, antes de ser funcionario estuve unos años afiliado a la seguridad social agraria. Era mayor la ayuda que me daban por hjijos, que la cuota pagada.

    A lo que íbamos: Con éstas intercambié unas pocas palabras. Las veo relajadas, tranquilas, bien atendidas.

    Como han pasado algunos meses desde mi última visita, me encuentro con nuevas internas. Noto los estragos de la decrepitud en los que ya llevan tiempo. He de hacer esfuerzos para sobreponerme a la pena. Me conforta ese rayo de alegría que le doy a cada persona, devuelto con palabras o sonrisas gratificantes.

    Me acerco a una mujerica menuda con andador, a quien conocí joven, chispoleta, lista, trabajadora como un rayo:

     -¿Usted es la madre de Nina, de Cerecinos?


     -Sí, ¿y usted quién es?                               

     -De los aguardienteros. No se acuerda que le sacaba el orujo de un bodegón, detrás de casa, al final de la calle de "el medio"?


      ¡Ah, sí, usted es don Agapito, el Maestro! ¡Ay qué bien me lo paso con lo que escribe usted, que lo leo por la tableta!   ¡¡¡¡¡    !!!!! Y continuaron los elogios.

        -¡Pues qué alegría!   Ahora me marcho a escribir para usted                                                                                                                                                                                                                                        Camino al lado de Dora, la de Mariano el de Amadeo. La cabeza perfecta. Que raro es el día que no la visita alguno de sus hijos, y alguno de esos nietos y nietas tan guapos como tiene.


          Las que no han ido a la Misa en directo de don Primitivo, la oyen por la tele. Allí en primera fila están Angelita "la Curra", Consuelo la de "Pradera",   María , la del monte. A cada una le digo algo. Hay una señora grande, digna de buen aspecto, sentada como una efigie, que lleva desde septiembre. Me conoció y llamó por mi nombre. Recordamos unas cuantas cosas de su Cerecinos y de su familia: "los Chufas", Ella era la menor de las dos hermanas, casada con Felipe Movilla.


        Pena ver a Victor, aquel hombrón de Quintanilla que estuvo siempre en casa de Valdés y pasó de las mulas a aquel Barreiros mata tractoristas hasta que se jubiló. Lleva muchos años aquí. Andaba con Eulogio, el enano de Cotanes y con el chepa de su pueblo, toda la mañana por el pueblo. Visitaban a diario a Domingo "Pajalarga", quien hacía un alto en su constante trabajo en el huerto y majuelo, para bajar la bodeguilla y echar un clarete y unas rajas de chorizo.

      No quiero seguir citando la lista de los y las malicas. ¡Quien vio y ve a aquella y ésta, Palmira "la Tachuelera"..!, por ej.

      Visi Hidalgo, vecina por las puertas traseras y en el corral de al lado, en casa de don Ángel Cañibano. ¡Qué pena no poder comunicarse con esta mujer, trabajadora, inteligente, buena buena persona! Apenas si voceándola al oído oye algo: -"Yo muy bien, como siempre. Nunca he sabido lo que es un dolor de cabeza".                                                                                                                                                                                                                                                                                                 Con África recuerdo a su marido, "El Mellao" (Aurelio Núñez Espinaco, singular personaje villalpandino) al que enterramos durante el encierro del día 14 de Agosto.

       A Jesús "Carponte", a Neme, a Cecilio, a Agustín "Melón", con todos tengo un gesto de cariño.

       María Boyano, la del señor Severo, se fue en estos días.

       En la fila de atrás hay dos "jovencitas" de buen aspecto: Josefina "la Cartona", quien fue esposa de Genadio Feliz, y otra señora de la buena sociedad de Villamayor, "Cloti" hermana de Luis Díez Cantarino. La primera me dice que cuando se reponga de una caída, volverá a su piso de Valladolid.

      Con éstas mantengo estupenda conversación. Ambas fueron guapas y algo les queda. La Cantarino es soltera, y siempre ha vivido con Luis ,el hermano también soltero, un "play boy"  alternador en la Costa del Sol. Y, dice su hermana: -mira que con lo majo que ha sido toda la vida   (¡cierto!, alto delgado, vigotito, moreno chulo) y que nunca se arrimaba a ninguna chica, aunque le animáramos. Y ahora ya lleva tiempo con una que podría ser su hija (o su nieta, le digo ) bien buena y bien guapa. Me alegra, tenga quien le cuide, ahora que yo no puedo.

      Lo   que es el cariño fraterno: El Cantarino, cuya narración de sus ligues, nos ponía los dientes largos a los practicantes de la fidelidad conyugal, resulta que ahora para su hermana ha sido un san Luis Gonzaga.


     Disculpen esta que pudo ser lastimera crónica, termine con la sonrisa de amistad y afecto hacia los Díez Cantarino.                                                       

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