jueves, 1 de diciembre de 2016

CARTA

     ABIERTA EL PROFESOR DEL IES, “TIERRA DE CAMPOS”, MANUEL MURIEL RIVAS.
            Estimado amigo: Perdona que, aun sin conocerte, utilice como saludo la frase coloquial para los amigos, aunque no me incluyas en la “rara avis”  de la sucinta nómina de los historiadores locales. Posiblemente no estén a la vista en la biblioteca del centro, unos libritos por mi donados,  que pensé podrían prestar alguna utilidad didáctica en el conocimiento de la “otra” y más reciente historia de la villa.
            El leer en La Opinión tu artículo sobre el lema del escudo local es lo que ha despertado mi simpatía hacia tu persona. No sólo por el hecho de haber descubierto, sin lugar a dudas, el error del “RANTIA”, “GLORIA”, “EXTOLE”, sino por el hecho de interesarte del pueblo algo más que la distancia a la que está de la próxima capital, residencia de la inmensa mayoría de los funcionarios  que se desplazan a diario; mi simpatía porque, al parecer, resides aquí; por estarte integrando, por aportar tu amplio  bagaje cultural,  también, fuera del aula; por elogiar la erudición de personas que lo merecen: don Luis Calvo Lozano, don Tomás Osorio, Fernando Cartón, Diego el bibliotecario (a Félix imposible incluirle en esta nómina).
            Dicho lo cual me tomo el atrevimiento de, como viejo maestro, (profesión que en los de antes imprimía el carácter del afán pedagógico)  dirigirme a ti, joven profesor, para compartir  una cierta información y reflexión.
            Sí, bien, vale: bonito lo de la heráldica, los personajes, las hazañas y las “glorias” pretéritas. ¿Qué decirle a un señor criado, educado en los fastos del nacional-catolicismo local? Te podría recitar no sé cuántas poesías laudatorias de la villa y tierra. Con trece años manejé el manuscrito de don Luis, (terminado hacía 1928) mecanografiando, al dictado de don Primitivo, lo referente al voto, (lectura de una solemnidad que aún me sigue estremeciendo), que publicaba en el Correo de Zamora, cuando la Coronación en el año 1954. Yo  fui el adolescente, el joven, más mariano y chauvinistamente villalpandino.
            Pero claro: con la edad y la formación, a base de lecturas, vivencias, cornadas, la observación, el sufrimiento y la alegría por según qué comportamientos humanos, he aprendido a distinguir, y distingo, el ruido de las nueces, la cáscara del fruto, lo auténtico de lo falso…
            “El muy noble e ilustre ayuntamiento de Villalpando”: una bobada. Te lo puedo probar.
            Lo de “GLORIA EXTOLERANTIA”. Como lema, precioso: “La gloria a partir de la tolerancia”. Lee en la página 131 de la Historia de don Luis (hombre tan riguroso como honrado) lo tolerantes  que fueron el “alcaide”, alcaldes, regidores, clérigos y otros “buenos homes” con los vasallos que “fueron prendados porque no guardaron el Voto a Nuestra Señora”.
            La historia de la villa, como la de España, está llena de actos “tolerantes”: la aniquilación de los Templarios (recomiendo la novela de Ángel Infestas) la expulsión de los judíos, el degollamiento, ordenado a su vuelta de Villalar, por el Condestable  Íñigo de Velasco, a los líderes comuneros del pueblo; de  algún auto de fe, como el narrado por Delibes en “El Hereje”, no nos libramos. Demos un salto en el tiempo: “Miseria y Conciencia del campesinado castellano” 1904. Ahí veremos la tolerancia de los patronos y la guardia civil con los jornaleros. Y,  lo del “treinta y seis”…, sin vanidad, está en mi libro.
            De esa “otra historia” nadie te va a hablar. No es la sinceridad una prenda que nos adorne. Además lo fácil, lo bonito, es el ji, ji, jí, ja,ja,já, somos los mejores. Vivan las gurrumbadas, la Purísima y sus borracheras (como rezaba una pintada). Pero claro: eso no es lo educativo.
            De ahí que, incluso desde el punto de vista del humanismo Cristiano que profeso, me atreva a sugerirte que una faceta de la educación en valores  es el conocimiento  histórico de lo local, engarzado en lo nacional, por eso tan manido de aprender de los  errores del pasado. Uno de ellos es, en cuanto a este pueblo, intentar limpiar tanta casposidad de “glorias” pretéritas, en que todos fuimos educados. Nociva actitud fomentadora de chauvinistas e ignorantes tópicos.
            Servidor hace lo que puede, en esta bitácora y en su próximo libro: “La otra historia de la villa”.
            Pienso ya está bien de “repintar los blasones”, “hablar de las tradiciones” y de “tantos truenos”, “vestidos de nazarenos”.
            Con la esperanza, no sé si remota, de que te llegue esta carta y, al menos, no tomes a mal mis reflexiones, incluso que de algo te puedan servir, recibe el saludo más cordial de este antiguo Maestro de Escuela autodidacta,  que intentó ser mezcla del padre Manjón y de Giner de los Ríos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
              












1 comentario:

Muriel dijo...

Estimado amigo Agapito: Permítame usted a mí también hablarle desde la cercanía y familiaridad, pero con todo el respeto que se me impone al hablar a una persona de más edad, pues en mi tierra acostumbramos a usar, y a veces también abusar, del "usted".
He descubierto su carta abierta hacia mi persona un poco tarde, pero como bien dice el refranero "más vale tarde que nunca" y, créame si le digo que su lectura ha causado en mí´una profunda alegría y, tamién, por qué negarlo, una gran emoción.
No sé si sabrá que desde mediados del mes pasado no resido en Villalpando, ya que volví a Sevilla, ante la irrechazable oferta de una vacante a tiempo completo en mi tierra. Así fue cómo, con mucha tristeza y en medio de las celebraciones de la Purísima" me vi obligado a despedirme de los muchos amigos que en tan poco tiempo conocí en la villa y de mis colegas y alumnos del IES TIERRA DE CAMPOS. En cierta forma, mi artículo era un acto de agradecimiento al pueblo y sus habitantes por la acogida tan amable que me dispensaron.
No me cabe ninguna duda de que usted es otra "rara avis", pues en su blog muestra gran sensibilidad y pasión por la historia de su pueblo y nos advierte constantemente de la utilidad de su estudio para aprender de nuestros errores, sobre todo de los más cercanos.
Por otra parte, suscribo totalmente su reflexión sobre lo absurdo y nocivo que resulta para la formación del espíritu humano cualquier tipo de nacionalismo y chauvinismo, sobre todo si este no viene acompañado de los valores de tolerancia y respeto hacia el que es diferente.
En relación al lema GLORIA EX TOLLERANTIA "Gloria a partir de la tolerancia" he de decirle que el concepto de "Tolerancia" actual no se corresponde con la TOLERANTIA latina y la evolución del vocablo en el medievo. Este correspondería más bien a "soportar", "aguantar", con lo cual, siendo rigurosos en la traducción el lema quedaría: "Gloria a partir de la resistencia". El concepto actual de tolerancia como "respeto al diferente" es una traslación de su significado original que vendría a ser en este sentido "soportar al que es diferente".
En definitiva, como puede observar, me tomé esa pequeña licencia en mi artículo en cuanto a la traducción literal de la TOLERANTIA del lema de la casa de los Manso-Zúñiga, no digo de la villa, porque parece ser, como ya me apuntaba Fernando Cartón, que en realidad este nunca formó parte del escudo de la villa.
No obstante, ya puestos, si la historia es un proceso en marcha y está por construir por los propios pueblos, ¿por qué no usar un lema que en la actualidad representaría un concepto tan positivo como el de la "tolerancia"? "Repintemos los blasones", sí, pero con el objetivo de mejorar y aprender, al margen de los errores cometidos en el pasado en ese sentido, que por otra parte no son exclusivos de Villalpando evidentemente. Al menos, ese es mi pensamiento y mi idea de progreso.
Por otra parte, me encantaría leer su libro "La otra historia de la villa" y desde aquí le animo a que no desfallezca, ya sea desde su blog o en cualquier otro espacio, en su ánimo de contar la historia desde otro prisma, el prisma de la minoría, o de los que simplemente se mantienen al margen del poder, esa historia que desgraciadamente pocas veces pasa a ser Historia.
Me despido de usted agradeciéndole con todo el afecto posible esta carta que ha tenido a bien escribirme, y esperando continuar el valioso legado de colegas de profesión que como usted dedicaron toda una vida a la enseñanza de los valores de ese "humanismo Cristiano" tan necesarios ahora y siempre.
Un afectuoso abrazo.
MANUEL MURIEL RIVAS