HA SIDO PRECIOSO
¡Que
ambientazo! Les aseguro que cuando, allá por marzo, leí en el periódico que una
etapa de la Vuelta Ciclista a España comenzaría en Villalpando, lo puse en
duda.
No sé
de quién habrá sido el mérito, ni cuánto ha costado, ni a quién, pero ha
merecido la pena. Allá va mi crónica subjetiva:
Al llegar a la plaza de San Andrés me saluda
una encantadora y, en principio, desconocida pareja. La señora era hija del
famoso “Lobico”, a cuyo abuelo, la Gestora de Izquierdas puso una multa por
hacer su nieto “ aguas mayores en el
Paseo de Venus”. Contaré esa historia en otra crónica. Habían venido de
exprofeso a ver la salida de la carrera, en el pueblo de su padre, con lo que
él, tan aficionado al ciclismo (tuvo un hermano profesional en Francia) tanto
hubiera disfrutado.
La bajada, el parque, los
accesos, todo estaba lleno. Había
guardias de seguridad, policías, gente de orden por todas partes. Veo gente con
sombreros de paja, tan necesarios bajo la chicharrera. Pregunto dónde los
regalan. Me indican. Voy p’allá. Habían vallado la era de “Garibalde”, dentro
de la cual estaban los puestos de los patrocinadores. Unas chicas, y policías,
vigilaban la entrada. A quienes no llevábamos una pulsera de plástico puesta en
la muñeca, nos impedían el paso.
Pregunto, y me dicen que esas
pulseras las han dado en el ayuntamiento. De ello, los despulserados, no
teníamos ni idea. Vemos favoritismo.
Formamos un grupo de protesta.
Llega Mercedes, “la Tocinera”,
madre de Chema Martínez. Tampoco la dejan pasar. Avisa de su maternidad. Van en
busca del campeón, que estaba dentro, junto a Indurain, con sus bicicletas
(ellos están participando en otra marcha ciclista). La dejan pasar, quiere
colarme a mí, como amigo. ¡Nada! Al poco regresa ya con una pulsera para mí.
Quise rechazarla, para seguir solidarizándome con Julio pescadero y con “Nanín”, miembros del club ciclista y tan buena gente. Se
sintió muy ofendida por el desprecio. No tuve más remedio que ponerme la
pulsera y pasar. Desde aquí mis disculpas a tan buenos amigos.
La verdad es que la cosa merecía
la pena. Mientras estuvimos en la entrada, Iban llegando ciclistas, a beber
agua, comer algo, sentarse en las tiendas de sus equipos. Algunos a cortarse el
pelo en una magnífica peluquería allí instalada. Presencié, junto a mis nietos,
y más gente,el arreglo al campeón Froome. Es un muchacho de carita pequeña,
rubiejo, chatillo. A Inés le firmó en una mochila de la vuelta que llevaba.
Había para picar de todo. Y donde
Carrefur me dieron el sombrero. Por allí andaba algún que otro politicucho. En
una de las casetas un grupo de ciclistas tenían juerga con un precioso grupo de
azafatas en “minisor”
Me retrasé por allí. Cuando
regresé al parque aquello estaba, “petao”. Ya no vi cortar la cinta, ni falta
que hizo. Un poco, entre cabezas, disfruté con la caravana “subiendo” la Puerta
Villa: los ciclistas, coches de los equipos, de la organización de “los medios”...
Todos aquellos habían llenado las “Cercas de San Miguel”, terreno algo ovejuno
todavía.
Unos preciosos autocares, donde
los ciclistas se duchan tras las carreras, enfilaron la Ctª de Quintanilla. Uno,
al menos lo conducía una chica.
El pelotón fue casi por donde las
procesiones: plaza de San Andrés, Amargura, Zarandona, la Plaza, Solana, Ctª
Rioseco, la de Madrid, salida para Villafáfila. Las avutardas se espantaron con
tanto jaleo.
De vuelta a la plaza lo difícil era
conseguir un refresco para apagar la sed, por el calor y las butifarras. Con
quienes me paraba coincidíamos: -Esto nunca lo habíamos visto en este pueblo,
ni lo volveremos a ver. ¡Ojalá nos
equivoquemos!
Esto sí que ha sido un
espectáculo, y sin riesgo de que desaparezca ninguna bicicleta.
2 comentarios:
¡Gracias a vosotros por el mensaje! Es un detalle que agradezco mucho.