Pues resulta
que ya estamos otro años más en Cuaresma. Decía mi abuela: “miércoles de ceniza, qué triste vienes, con
cuarenta días, que traes de viernes”. Durante todo el año los viernes había que
observar la regla de la abstinencia, consistente en abstenerse de comer
productos animales, salvo huevos y leche. Pues esa observación era preceptiva
durante todos los días de Cuaresma, menos los domingos. Además el primer día de
Cuaresma, el miércoles de ceniza y todos los viernes, a la abstinencia había
que sumar el ayuno. Creo recordar consistía en comer una sola vez al día, al
mediodía.
Esa
obligación de la abstinencia se suavizaba comprando “la bula” para ayudar
económicamente a la iglesia. Si me pongo
a buscar puede todavía encuentre por
algún cajón alguno de aquellos papeles. Creo recordar escritos en latín.
Esperemos
que los Yihadistas no recuperen “El-Andalus” y nos obliguen con el “Ramadán”,
para que sepamos lo que es bueno los impíos occidentales.
De los
carnavales poco les puedo contar. Sé que el viernes por la tarde salieron los
niños de Primaría disfrazados por el pueblo, que hubo otro desfile general el
domingo, y ayer, miércoles, se celebró el entierro de la sardina, con señoras
vestidas muy de luto con trajes antiguos.
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Algo menos
festivo: el lunes, a la salida de Misa de las Monjas, había una mujer pidiendo
alimento y cobijo. Bien saben los transeúntes que en el Convento de la
Clarisas, y entre las pocas mujeres de Misa a diario, es donde encuentran almas
caritativas. Ciento veinticinco, la mayoría hombres, pasaron por el refugio
municipal para dormir en sábanas limpias, y por el torno de las Clarisas para comer algo
caliente el pasado 2015.
Resulta que
este lunes, el refugio ya estaba ocupado por un hombre. Ahí empezó la odisea de
la llegada al pueblo, y las dos almas
buenas que se pusieron a ayudarla.
Primero en
el torno a esperar a que la monjica sacara el buen bocadillo calentito, el
termo de leche con café, la fruta. Mientras esperaban, la transeúnte desapareció. Supusieron donde estaría y la encontraron.
Las dos
samaritanas y la transeúnte comenzaron a buscarle alojamiento. llamando en puertas y en teléfonos.
Por fin pudieron
dar con la encargada del albergue del peregrino. Allí, después de mil
peripecias, la dejaron alojada a más de las nueve de la noche, desde la siete y
media que comenzó la búsqueda.
Parece ser
que al día siguiente, en una ambulancia,
la llevaron a Zamora.
No puede ser
que estas situaciones de personas en apuros que llegan al pueblo hayan de resolverlas
personas caritativas, pero mayores, a
las que supone mucho esfuerzo, casi dos horas pasando frío por el pueblo. Además, en su buena intención, pueden topar con persona conflictiva, como en este caso, y meterse en un lío.
Es un
problema frecuente en que el ayuntamiento o la guardia civil o ambos deberían “bajar
la mano”.
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Y, ya que estamos con la crítica,
ahora le toca, de nuevo, a correos.
Se llevaron de aquí el centro de
distribución. Ya no hay Jefe de Correos, ni carteros continuos, los dos que
toda la vida hubo en el pueblo: Tite y Nolberto. No es verdad que haya menos
cartas que “antes”. Familiares del soldado a la novia y a los padres, de amigos…,
de esas ya no quedan, pero sí en cambio muchas más de los bancos, de las administraciones,
(Juzgado, Hacienda, Diputación, Tráfico, ITV…)de publicidad...
Como resulta que antes de que
empiecen a conocer a la gente, cada poco cambian de cartero /a, pues es un lío.
Fui a correos a pedirles que no dejen en mi buzón cartas para los hermanos
Gutiérrez.
La pasada semana, una cartera, me
dijo que en la calle de la Fuente nº, 1, ya no les cabían más cartas por debajo
de la puerta y que ella no cubría el “cuartel” de la residencia de ancianos
¡Bueno!, ese día cogí yo las cartas, se las levé a D. Primitivo y le conté el
problema. Me dijo que no me preocupara que su sobrino ya se encargaba de todo.
De ahí mi visita a correos. Me dice
la señora que estaba en la oficina, otra nueva, que ellos llevan las
cartas teniendo en cuenta el domicilio
del receptor, la calle y el número, que no tienen por qué conocer a la gente.
Pero bien: nuestra casa antes era
el nº1, desde no hace mucho es el 3. Pues como suelo estar pendiente de la
cartera o cartero, les digo que todo lo
que ponga Modroño y Riaño en calle Silera es en esta casa, aunque no sea el 1,
sino el 3. No creo sea tan difícil de
recordar, y que lo del apellido Rubio es en el 1. Pues raro es el día que no
hay cartas cambiadas en el uno u el otro buzón.
Si esto es un pueblo. En muchas casas no está el número, o se ha
cambiado porque han construido otra delante. Pues que no cambien cada poco, que
dejen buenas temporadas al cartero o cartera, que vaya sabiendo quién vive en
cada casa, por el nombre, que no hace falta ni que lo conozca.
Lo de correos un desastre. Se han
llevado la oficina de aquí y, por parte de la Corporación Municipal, ni de esta
ni de la anterior, ni de los de izquierdas ni de los de derechas, ni mú.
¡Empadrónate! Creo que la Agrupación en Defensa de la Sanidad debería ampliar su cometido para defender otros servicios que estamos perdiendo.
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El pasado lunes, a los 99 años,
falleció Anuncia Boyano Fernández. Había sido la esposa de Aniceto Herrero,
conocido como “Tíburi”. De este hombre, me contaban los que estuvieron con él
en la guerra, que era un tío muy salao y ocurrente, que cuando entraban en
pueblos medio derruidos, incluida la iglesia, él se subía al púlpito y les
soltaba unos sermones con los que se reían mucho. Puede que esa vena genética
la haya heredado uno de sus nietos, el “Zamorano”, monologuista muy ocurrente.
Dejan tres hijas y un hijo, Rolando. De esa familia de los “Tocineros” por
parte de madre, el padre era el Sr. Germán “el Chano”, queda la hermana menor, Concha, exenfermera, y numerosos sobrinos
Granado Boyano y Boyano Villasante.
Me quedan más noticias y reflexiones
para un próximo escrito. Dos salidas seguidas a Zamora me están retrasando la
programación.
2 comentarios:
Agapito: Lo último de tu blog es muy bueno y positivo; aunque no haya comentarios, debes seguir con el mismo, ya que prestas un servicio altruista muy positivo a tu pueblo.
Ramón.
¡Gracias Ramón!
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