COMENTANDO UN LIBRO, MEJOR: LIBELO.
Fui
a la biblioteca con una lista de títulos y autores que he ido anotando: “El
Impostor” de Javier Cercas, “Las Últimas Horas” de José Suárez Carrero; “Pura
Vida” de José Mª Mendiluce; “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier; “El
liderazgo al estilo de los jesuitas”; alguno de Rafael Abellán; “Maldita
guerra”, de Ricardo Fernández, “Memorias del Secretario de Azaña”, de Santos
Martínez” y, sobre todo, “La justicia sometida”. No encontré ni uno de éstos.
Alguno por recién publicado. Los otros por muy específicos.
Entonces
el bibliotecario me ofreció las famosas “cincuenta sombras”, que lo acababan de
devolver, leído por bastantes usuarios. Aun sabiendo de qué iba lo cogí. Ha
estado tan de moda. Me he pegado buenas sesiones de lectura. Después de la
azadilla lo mejor la tumbona y un libro.
Escrito
en primera persona por la protagonista, Anastasia Steele, su lectura me empezó
siendo atrayente. La autora E.L. James
posee la habilidad de una prosa ágil, en la que entremezcla las situaciones,
con abundantes y breves diálogos. Introduce una técnica nueva: la protagonista
narradora transcribe lo que piensa, de lo que ve, le dicen o le hacen, como preámbulo de lo que
a continuación habla, dice.
Es,
¡vaya descubrimiento!, un libro pornográfico. Sólo una mujer tiene la capacidad
de expresar todas las sensaciones que le produce el sexo, narradas de forma muy
descriptiva y con todo lujo de detalles. No es, sobre todo en las primeras
coyundas, un aquí te pillo aquí te mato, sino que van precedidas de situaciones
para crear el ambiente, y de abundantes juegos preliminares.
El
protagonista masculino, Christian Grey, es un moderno príncipe de azul a lo
bestia, poco verosímil. Aparte de sus ojos grises, su pelo cobrizo, su belleza,
tipazo, “tio bueno”, como se dice ahora, y por ello su gran atractivo sexual,
que los hay, es culto, inteligente, filántropo
e inmensamente rico. Posee una inmensa fortuna, hecha por él, desde un
humilde origen (fue niño adoptado)…, y
tiene 27 años, cuando, además esta Ana, es la novia “dieciséis”, lo cual
le debería restar tiempo para los negocios.
También
me hace dudar existan tipos, aunque sean jóvenes, que todos lo hemos sido, con
esa capacidad eréctil y eyaculadora tan
repetida y en tan poco espacio de tiempo. Ni el rifón del burrero, en sus buenos tiempos.
La
novela posee todos los ingredientes del papel couché, de la vida de los muy
ricos: grandes mansiones, coches de lujo, helicóptero propio, vinos y champanes
únicos, ropa de lo mejor…
La
chica, a punto de graduarse cuando conoce al Sr. Grey, es la prototipo inteligente, bella, de familia media americana. Su madre ya va
por el cuarto marido. Trabaja, estudia, se licencia con buena nota final. Vive
con una amiga. No tiene experiencia sexual. Se entrega a este hombre seducida
por sus actitudes y aptitudes.
Christian
Grey es un “macho alfa”, un sádico que no se conforma con los coitos en todas
sus variantes, sino que pretende el paroxismo del sexo, el sadomasoquismo, en
el que él ha de ser el “amo” y “Anastasia” la
“sumisa”, la esclava sexual con mayor sumisión, todavía, por ser más
delicada e inteligente, que las quince anteriores.
Posee
una sala especial para ello, la habitación roja, con toda la ambientación,
luces, muebles, aparatos (fustas, grilletes, cinturones con pinchos, cuerdas,
arneses… ) tan bien descritos.
Anastasia
(hacia la mitad del libro le propone lo de ser sumisa) se resiste a la
humillación, al castigo físico. Soporta, sin consentimiento, una azotina de la
que la compensa con terrible orgasmo.
Hasta
ahí he leído, página 348 de las 540. No he soportado más, cuando veo que ella,
tan presa de los encantos fisiológicos de ese hombre, del goce físico que “la” proporciona, va a ceder, a firmar el contrato,
para convertirse en sumisa.
He
saltado a las últimas páginas, para ver cómo terminaba. Me he quedado más
tranquilo. Ella, harta ya de barbaridades, le devuelve el lujoso deportivo que
la había regalado y lo abandona. De
todos modos la historia queda abierta para otros dos libros que no leería ni
por recomendación médica, ni del urólogo.
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MIS
REFLEXIONES:
a).-
El libro es una exaltación del placer sexual, hasta el extremo de la
depravación, como fin en sí mismo, desprovisto de cualquier otro sentimiento.
b).- Hemos pasado, en el transcurso de una o dos
generaciones, desde el extremo de estar ligada la coyunda con la natalidad, (del
35/1000 en Villalpando), y dentro del matrimonio, al otro de cama y cama sin
hijos (9/1000 nacimientos en España). Dudo que, aun en las parejas, con papeles
o sin ellos, relativamente estables, el fornicar y fornicar, sea el sumum de la
felicidad, la meta de la vida, el
horizonte vital.
c).- En esa antinaturalidad de evitar los hijos se está fraguando la
desaparición de las sociedades occidentales.
Nuestra sociedad se está suicidando demográficamente. La destrucción de
la familia tradicional, nos acarreará, no cabe duda, la desintegración social.
d).-
Aparte de lo anterior lo que me resulta insoportable del libelo es el machismo,
aunque sea refinado, que rezuma por todos los poros. No entiendo cómo puede
tener tanto éxito entre las mujeres. Christian Grey es un “machote” en estado
puro: prepotente, dominante, “el amo”. Da órdenes continuamente, incluso en las
semanas anteriores al establecimiento de las prácticas sadomasoquistas de “amo” y “sumisa”, las que ya no soporté. Y la chica lo aguanta todo atrapada en la
pasión, en el deseo, en los orgasmos intensos que la proporciona.
e).-
Intenta justificar la autora del libro esa actitud bestial del Sr. Grey, porque
fue de adolescente “dominado”, acosado, amancebado por una amiga de su madre, lo cual, junto a su
cualidad de adoptivo, lo utiliza el protagonista, cuando falla el recurso de la
fuerza, para hacerse la víctima, despertar compasión. Es recurso que conozco de
algunos “machotes” villalpandinos de antes y de ahora.
CONCLUSIÓN:
No se piensen que me creo poseedor de verdades absolutas. Me gustaría
contrastar mis opiniones con las de alguien más. Si alguien desea hacerlo, puede
mandar su mensaje. Si lo desea veríamos la forma de ocultar su nombre.
Saben
que, durante años, este blog estuvo abierto a los anónimos, incluso. Me gustaría volver a abrirlo, cuando no exista
el peligro de volver a las andadas de su mal uso.