LA OTRA HISTORIA DE LA VILLA.
No
pretendo ni emular ni corregir lo escrito por
don Luis Calvo Lozano en su “Historia de la villa de Villalpando”, ni lo
transcrito de él en el libro “Parroquias, Archivos y Cofradías”. La obra de don
Luis es admirable. Denota su enorme capacidad intelectual y de trabajo en unos
tiempos, hace cien años, en que ni existían medios de comunicación, en que ni
siquiera sé si habría forma de desplazarse a León (pasó muchas horas en el
archivo de la catedral) en diligencia (no se había construido el ferrocarril
Rioseco-Palanquinos). Sé que a Simancas se trasladaba en una caballería. Estaba
lejos de inventarse esta maravillosa herramienta de la informática…
La
obra de don Luis, sobre todo su relación de libros y legajos de las ocho parroquias, es un filón de oro sin
explotar para cualquier historiador, para cualquier estudiante universitario
que desee investigar a fondo la vida en la villa, en cuántos eran y cómo
vivían, la intrahistoria, en lo social, económico, demográfico…, a partir de
los datos extraíbles de los “Libros de Tamías”, por ej.
Ahora bien: en la obra del doctor Calvo Lozano existe un encumbramiento de lo religioso, sobre todo en sus aspectos formales, sin profundizar en si esa cierta teocracia se traducía en una sociedad más justa, menos calamitosa.
Esa
exaltación, continuada hasta nuestros días, de las “glorias” locales, ha
contribuido a crear errores, confusiones
sobre nuestra historia, que han dado lugar a un “chauvinismo” aldeano.
Imposible convencer a los forofos del “villalpandinismo” que ni fuimos “Intercatia”,
ni tuvimos no sé cuántos miles de habitantes, ni siquiera un Ponce de León, un
Diego de Ordax, un tratado de Villafáfila (¿para qué citar el de Tordesillas?)
que llevarnos a la boca. Vamos que no somos el ombligo del mundo, sino una de
tantas pequeñas villas desconocidas en
España así que se pasa de Valladolid.
De
los libros sacramentales, de inscripciones de bautismo y defunción; de las
relaciones (Libros de Tazmías) de los obligados a pagar el diezmo en cada
parroquia, a falta de otros censos, se puede sacar el número de habitantes. ¿De
dónde sacar los “cerca de diez mil”, “tantos
como León” la capital del reino, en el siglo XII, que alguien se ha
atrevido a escribir? Dentro del recinto de la muralla, (la calle Olleros es
posterior) sin rascacielos, ¿dónde se iban a meter? No existiendo más que el
sector primario, ¿de qué iban a vivir?
No
necesito buscar en internet los Censos del Marques de la Ensenada, de Madoz, de
Floridablanca…, cuando a pesar del
aumento de población en el siglo XIX, España al final de esta centuria andaba
por los dieciocho millones, para saber exacta la población de Villalpando. Me
basta con ir a d Luis. (pag. 313) copiado
de una diccionario geográfico, año 1.830 : Población de Villalpando 2.732 habitantes. Cifra mayor que hasta entonces había tenido.
Mi
trabajo se va a limitar a los comienzos del siglo XX, cuando por toda la “Tierra
de Campos” estalló la primera gran revuelta social jornalera. El conflicto
alcanzó tales niveles que el Ministerio de la Gobernación encomendó un informe
al Instituto de Reformas Sociales. Éste comisionó al Catedrático de la
Universidad de Oviedo, Adolfo Álvarez Buylla, quien recorrió la comarca, y
alguna otra provincia como Toledo y Ávila, y redactó una memoria que no tiene
desperdicio.
De
esta memoria, recogida en el libro “Miseria y conciencia del campesino
castellano” tomaré y comentario los
datos referidos a Villalpando.
Para
completar este trabajo necesito consultar libros de actas del Ayuntamiento
local. Aunque hace más de un mes que lo solicité por escrito y he ido “veinte
veces” al consistorio, aún no me han sido facilitados. Espero lo sean antes de terminar este trabajo.
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