LA
INTELECTUALIDAD VILLALPANDINA, Y GENTES DE VALOR
Ya
saben que no soy dado a exaltar lo propio, y mucho menos “las glorias” pretéritas
locales, sobre las que mantengo una postura crítica. Quizá como reacción contra
los nacionalismos fanáticos, que son aldeanismo de campanario, huyo del “villalpandinismo”,
del “zamoranismo” (que, además, tan poquita cosa somos), incluso del “castellanoleonismo”.
Ahora
bien: ello no conlleva que ignore lo positivo, y que no sienta la satisfacción
de tener paisanos merecedores de elogio, de ser mentados, por sus cualidades
humanas, por su sabiduría. Eso es lo que a continuación voy a intentar glosar.
Advierto
que de cada uno no escribiré una biografía completa, sino un bosquejo de breves
y gruesos trazos, y que en la presentación de las personas seguiré un orden,
más o menos cronológico, y no comparativo.
Empiezo
por el PADRE LEONCIO, Herrero Núñez, hermano de mi tía Lola, hijo menor del
Sr. Benigno, “El Panadero”. Ha dedicado su vida, desde el año 1954, en que
llegó a Buenos Aires, a sacar de la miseria a miles de niños que rebuscaban
basura en el inmenso basurero de Villa Soldati. Allí ha creado los hogares y
las Escuelas de Fátima, donde han recibido formación humana y profesional,
miles y miles de niños y niñas. Si bien mal aprovechada por algunos, como los ejemplares
que nos llegaron acá, aunque sabemos que son la excepción, que ovejas negras
hay en todas las partes.
Esa
obra social y Cristiana era visitada con cierta frecuencia por el Cardenal
Bergoglio.
Uno
de mi quinta: ÁNGEL INFESTAS GIL, “Ángelito el Panadero”, componente de la mara
de la puerta villa con Mele, Paco “El Churro”, y Teíco “Culines”, terror en
juegos y escuela. Le pescaron los
Capuchinos del Pardo en una de aquellas redadas de principio de los cincuenta.
Vivió con sinceridad la profesión religiosa. Asistí y recuerdo la emoción de su
“Canto de Misa”. Sirvió al altar y a la enseñanza durante unos cuantos años.
Ya, en la vida secular se licenció, y doctoró en Ciencias Sociales. Obtuvo
Cátedra en la Universidad de Salamanca, de la que fue Vice-rector. Ahora sé que está preparando un trabajo sobre
investigación socio-histórica referido a Villalpando.
Otro
un poco más pequeño: JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO, “Pepito el del Registrador”. Le
trajeron muy pequeño a la villa. Se considera villalpandino, pues aquí pasó su
infancia y juventud, las vacaciones, hasta los 19 años. Aquí nacieron el resto
de los hermanos. Vivieron en la plaza, por encima del Registro, donde hoy está
el bar de Ventura. Su madre, doña Elena, (las últimas noticias me hablaban de
lo bien que se encontraba, con noventa y pico años) era muy guapa. Él era un
niño educado, educado, dulce, inteligente. Yo de muchacho, aunque escribiente
en casa de Cossio, “alternaba”, en el verano, nada de bares, con la panda de
los estudiantes. Recuerdo unos cuantos días dedicados a confeccionar rateles,
para pescar cangrejos, en el portal de su casa.
Cuando
marcharon le perdí la pista.
Un
buen día, en los años de la transición, veo en la tele, ya no recuerdo si era
Federica Monseny, o Victoría Quen, a una vieja anarquista, que había sido
Ministra en la II República, con un joven intelectual, de pelo rizado y espeso,
en una larga entrevista.
¡Pero
si es “Pepito el del Registrador”!: ¡anarquista! Era su rebeldía intelectual.
Me encantó.
Ha
ejercido como Catedrático de Sociología en prestigiosas Universidades USA y en
la de Madrid. Es autor de obras, ensayo histórico, que deberían ser libro de
cabecera para cualquier político: “Mater Dolorosa”, que lo tengo, “Lerroux, el ¿zorro?
del paralelo”, actualmente ha publicado otra obra sobre los nacionalismos,
tiene más.
Es
columnista esporádico en “El País”.
Cuando
pasados años, volvió por San Roque, (se instaló en una tienda en el
polideportivo, de la que le sacó Nandi y se lo llevó a su casa), ¡qué gran
abrazo nos pegamos!
Entre
los recuerdos agradables de mi vida se encuentra la reunión que mantuvimos, un
16 de julio, víspera de la boda de nuestra hija Belén, en casa de Teresa, “La
Baldomera”, Pepito y el hermano que le
sigue, Pablo Madrid, hijo de Demetrio; Jhon Palmer, un historiador inglés,
afincado en Zamora; Josefina la de Armonia, Paloma Aguilar, alumna de Pepe,
Catedrática e historiadora; Begoña Carricajo, de los herradores, Teresa, ¡cómo
no!, alguien de la tele, y servidor. Fue
el día que concretamos el acto de recuerdo y homenaje a las víctimas de la
represión durante la guerra civil en Villalpando.
De
ese acto en el ayuntamiento y en el cementerio, ¡qué les voy a contar!:
emotivo, precioso y, sobre todo, conciliador sin dejar de ser justo. Tengo
guardado el discurso de Álvarez Junco, en el ayuntamiento.
D.
José Álvarez Junco, con el Gobierno de Rodríguez Zapatero, fue Presidente del
Centro de Estudios Constitucionales y Políticos, y asesor personal de Mª Teresa
Fernández de la Vega, sin poseer militancia política. Lógicamente, como
corresponde a un intelectual honesto, es independiente. No tragaba con muchas
cosas, y lo dejó.
Otro a quien ya vi nacer: LUCIANO LÓPEZ GUTIÉRREZ, el “Príncipe heredero”.
Traigo a colación
esa definición porque, aunque conocida en el círculo de amistades y familia,
viene muy a cuenta en este bosquejo.
Cabalgata
de Reyes, año 1960, o por ahí. Fueron dos años seguidos en que con D. Santiago
Serrano de Cura joven recién llegado al pueblo, los jóvenes de Acción Católica,
con nuestros medios, y poniendo todo de nuestra parte, organizamos dos humildes
cabalgatas, algo nunca visto en el pueblo hasta entonces. No había tractores,
ni carrozas, ni luces (si unas antorchas): un cornetín, que era Mito, mi primo
Eustaquio, “China”, antes de escaparse a Madrid, de mercader, llevando a una
burra del ramal, cubierta con una alfombra persa y grandes alforjas de las que
asomaban juguetes, y los tres Reyes, con sus correspondientes “pajes”, dos cada
uno que sujetábamos las riendas de los caballos reales: colchas, almohadones,
pañuelos de seda, adaptado como túnicas, turbantes, etc.
Tengan
en cuenta que el pueblo por entonces, estaba todavía lleno de niños, vírgenes
de sensaciones de imágenes televisivas, consolas, video juegos y tabletas,
vírgenes de emociones. Aquel sencillo espectáculo los impresionaba, los hacía
soñar. Los Reyes eran “Pacucho”, Antonio “el Sastre” y “Luci el Tobo”. Éste, presidente
de los jóvenes de A.C., era el “Rey
Negro”. El año anterior, en la primera de las dos cabalgatas dichas, ya, desde
el balcón del Ayuntamiento, había deleitado a la concurrencia “ hablando” como
el Rey Baltasar, con el deje, latiguillos (¡si señor!, ¡cómo no!) y
exclamaciones propias.
Pero
resulta que unos meses antes de la cabalgata, pocos seguramente, se había
casado, con lo que perdía su condición de “joven de A.C.” y, por lo tanto, no
podía hacer de Rey Mago.
Consultado
a la superioridad eclesiástica, se hizo una excepción, dado su carisma. Volvió,
por última vez, a ser Rey Mago. Cierto que al año siguiente se había marchado
D. Santiago y ya no hubo cabalgata, lo que entonces no se sabía. Por eso el “Rey
Negro”, en su alocución, anunció su retirada, porque en “unos meses llegaría el príncipe heredero, quien, cuando llegara a la
edad, habría de sucederle”.
Nadie en la
familia sabía del embarazo de Emilia, parece ser que era muy incipiente. ¡Qué
vergüenza pasaron todas “Las Fusinas”! -¿Es
verdad, es verdad? , asustadas le inquirían sus hermanas.
Se
tranquilizaron cuando al decirles “las faltas”, echaron cuentas y la criatura,
que pudo haber sido princesa, (entonces hasta el nacimiento no se sabía),
nacería de sobra pasados los nueve meses de la boda.
Y
el niño no fue príncipe, pero si heredero de su padre y de su abuelo en la
inteligencia, en el amor a las palabras, cuyas obras, las de los progenitores,
por ser conocidas, no gloso.
Lucianín, (así le sigue llamando su tía Lola) en la actualidad es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense
de Madrid para lo que presentó una tesis sobre la obra “Donaires del Parnaso”
del escrito tordesillano Alonso del Castillo.
Colabora
en revistas de prestigio internacional, Boletín
de la Real Academia Española, Revista de Literatura, Dicenda, Perinola con
ediciones de obras del Siglo de Oro, del que es gran conocedor, y artículos en
torno a la poesía de Quevedo, de quien es especialista. Otro de sus libros,
referido a esa época es el ensayo “Portentos
y prodigios del Siglo de Oro Español.
Criado
en la calle Olleros y habiendo mamado los aires del Teso Polanco, las
variedades solariegas del castellano le interesan sobre manera, de ahí que
colabore en “Revista de folklore y
Culturas Populares”, en la revista de Dialectología
y Tradiciones Populares del CSIC, y en “Espéculo”,
revista digital de la U. Complutense. De ahí este “Esbozo… que estamos copiando.
Su
última obra publicada es el libro, “En torno
a las palabras de Delibes”.
El
sustento, además de ser su vocación, se lo gana como Profesor de Lengua y
Literatura para Bachillerato en el Instituto Iturralde de Madrid.
Cuando
en alguna ocasión coincido con éste, y los otros dos escritores villalpandinos
de la generación del “sesenta”, cuando nacieron, con los que continuaremos, me
pongo a aprender.
Y es que mi
hermana se casó un junio, con 20 años, y se fue con Félix a una habitación, con
derecho a cocina, en Baracaldo. Años de la avalancha a las, entonces,
Vascongadas: dura y forzada emigración. Cierto que Félix padre, desde los
frailes, empezó de listero en Entrecanales, donde fue ascendiendo y mejorando
sus condiciones de vida: pisito alquilado al poco tiempo.
Un domingo de
abril, yo vivía con los tíos, en la plaza, se acerca mi padre feliz a darme la
buena noticia: -“tu hermana ha tenido un
niño”. El primer nieto, el primer sobrino. Aquel año agosto tendría aún
mayor atractivo: conocer al niño.
Era precioso,
si bien ya apuntaba que a “morrosco” (hacía furor Urtáin) no llegaría. Todo lo
más a centrocampista del “Atleti” de Garay, Iribar y creo todavía Gainza, del
que yo era hincha, para mi desgracia,
cuando el Madrí de D’iestefano de las cinco copas seguidas de Europa.
Como al poco
Félix padre se compró un “cuatro cuatro”, de segunda mano que, aunque sin
calefacción los traía, casi de milagro, por Navidad, por Semana Santa, en el
verano, veíamos crecer al niño.
Y corto para
no acabar llorando. Buenas notas en la EGB, en BUP, en COU, allá, en el País Vasco. La
Universidad ya, como Dios manda, en Salamanca. Licenciatura en Derecho. Más de
un año en Villalpando, viviendo con mi madre, ya viuda, preparándose para un trabajo,
sacando algún dinerillo de camarero esporádico.
Su preparación
le sirvió para un buen puesto en la banca. Y, ¡hete aquí!, que da rienda suelta
a su vena de escritor. Él dice que por el apellido Modroño (mi hermana devoraba
libros. De soltera, cuando un libro la engachaba, se quedaba, incluso con la
vela si apagón, hasta las tantas), pero por mí, si me sacan de lo terruñero
pinto menos que avutarda en el zoo. (Ayer vi un bando de cuarenta en El Ardero).
Empieza con
relatos que obtienen premios: publica el libro de las fotos sobre Villalpando,
colabora en la Revista Paisajes, y, luego, sin más, irrumpe con una novela
ambiciosa: “La Sangre de los Crucificados”, protagonizada por el doctor en
medicina. Don Fernando de Zúñiga. Ambientada en la decadente España de finales
del XVII, cuando el último Austria, empieza en Zamora y sigue por Salamanca,
Madrid, Sevilla, las ciudades que él tan bien conoce. Es una novela histórica
en la que se mezclan personajes de ficción y reales, dolientemente barroca,
como aquel tiempo.
Visto el éxito
de las peripecias del Dr. Zuñiga, escribió una segunda parte: “Muerte dulce”,
también bastante vendida.
Su
consagración como escritor ha llegado con la tercera: “La Ciudad de los ojos
grises”, novela sociológica ambientada en el Bilbao de principios del XX,
cuando estaba dejando de ser villa para convertirse en ciudad. No les cuento
más. Lo mejor es que la lean. Merece la pena. Ocupa ya lugares importantes en
la lista de los libros más vendidos, sobre todo en el País Vasco.
Parece que
pronto saldrá la cuarta. No le he preguntado de qué va. Prefiero la agradable
sorpresa al leerla.
O sea:…
(continuará
s.D.q.)
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LISTA ABIERTA
En vaya lío me he metido: ¡Cómo no citar a tantos otros que faltan…! Sobre todo de los más jóvenes, a cuántos con méritos no citaré. Cuento con ustedes, lectores, dispuesto a recibir aportaciones de la lista abierta que ahora comienzo.
FERNANDO CARTÓN SANCHO.
Debió ser en
el verano del setenta y uno. Sara y yo entrábamos en el parque. Llevábamos de
la mano a Gracia, de tres años, a quien le atraían tanto los caballitos, “guaguaus”,
que ya se había escapado, en días
anteriores, con un amiguito del barrio;
en la sillita a Jesús, que aún no andaba, y en la barriga a David.
Tres niños,
agarrados de la mano por el mayorcito, precedían a sus papás que venían más
lejos.
Sara
preguntó: -Estos niños, ¿de quién son?
El mayor, con mucho aplomo y suficiencia
no dijo: -Nosotros somos de
Cartón. Nos hizo gracia y echamos a reír.
Yo
conocía a su padre, Juan Cartón, de Villamayor, el joyero de la comarca, de toda la vida.
También a su madre, Milagros Sancho, Maestra en Villar de Fallaves, hasta que,
aquel curso, se integró en el Colegio Comarcal de Villalpando, que había
empezado a funcionar el primero de abril.
Esa
es mi primera referencia sobre Fernando. Después, compañero de su madre, y a su
lado en un momento desgarrador que omito, he seguido su carrera.
Fernando
se ha criado en Villalpando, en las casas de los maestros, ha estudiado en
Valladolid, ha viajado por casi todo el mundo. Con Olga, ha creado una familia
que reside en Villalpando. Tienen dos niños, Marco Flavio que, en lo pausado y
pensado de su lenguaje me recuerda al “somos
de Cartón” , y una nena, carita de muñeca rubia, ojos de azul intenso,
lista, lista…
Licenciado en derecho, con nota, ejerce, con
mucho trabajo, de Procurador en la villa. Además, junto a su hermano, lleva una
buena labranza. Además bucea en la investigación histórica, lee un montón,
escribe.
Hasta
ahí todo normal. Lo que yo, y todo el pueblo, desconocía era su faceta de
historiador.
En
un foro de internet alguien que firmaba con el seudónimo de “Varo”, empezó, y
siguió publicando, unas crónicas , referidas a los orígenes e historia de la
villa, llenas de rigor, de calidad, de argumentación y acopio de datos. A mí me
gustaron, me convencieron enseguida. Mi intuición ya presuponía la falsedad de los mitos “villalpandineros”
(el de Intercacia, entre otros) que Fernando desmontó.
Como
soy “un cuzo” incorregible, empecé a devanarme los sesos para adivinar quién
era “Varo”. Por los datos transversales que aportaba deduzco que se ha criado y
vive en Villalpando, que tenía sobre cuarenta y pico años. Es culto... ¡Joder!:
no hay otro. Tiene que ser Cartón. Y en efecto. Grata sorpresa. Desconocíamos
su erudición.
Después
ya, en su blog “Historias de Varo”, (que, aunque sea de la competencia…) siguió
aportando más luz sobre nuestra historia, sobre todo con la publicación de los
datos referidos a Villalpando en el Censo del Marqués de la Ensenada.
Y
se pone a hacerme la competencia, en cuanto a escritor local, cuando publica “La Veleta Nocturna” , compendio de
cuatro relatos con acciones y escenarios muy distantes en el tiempo y
geográficamente: “La Promesa”, de un
caballero gallego que llega a la villa. Siglo XVI. Iglesia de Santa María, los
hermanos Corral, maestros arquitectos y yesistas…, muy bien lo pudo escribir
cualquier romántico del XIX. Este relato obtuvo un premio literario.
“Fuegos
en el Sena”, nombre de un imaginario cuadro de Picasso en cuya busca se
traslada el protagonista a Moscu y Leningrado, hoy San Petesburgo, donde Fernando
encontró algo más valioso que el mejor cuadro de Picasso. La “Chica de la Foto”
es una novelita dulce ambientada en la Habana de los últimos días del
Presidente Batista. Por último un precioso mini relato, “Leningrado”, en los
días del cerco a esta ciudad por los alemanes, romance entre una enfermera rusa
y un divisionario azul español.
Fernando
es un activo en la vida cultural del pueblo. Actúa de guía monumental cuando
algún grupo nos visita; presenta libros y actos culturales si alguien se lo
pide. Y lo hace de perlas.
Lástima que
éste y otros valores culturales que poseemos en el pueblo sea desaprovechado,
creo que hasta desconocido, por los profesionales de la cultura: los profesores
del IES “Tierra de Campos”. La “Veleta
Nocturna” es un libro muy apto para empezar a aficionar a leer a adolescentes,
aunque lo haya, o por, haberlo escrito un señor que vive frente al edificio.
A lo mejor
cuando publique su segunda novela, con personajes entroncados en Villalpando
que desarrollan su peripecia vital por el mundo hasta embarcarse en la “Armada
Invencible”, y participar en la batalla de Lepanto, ¡tela!, se enteran los del
Insti.
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LA SAGA FAMILIAR CONCEJO
ÁLVAREZ.
Don
José María Concejo Núñez debió de llegar a Villalpando, recién acabados los
estudios de derecho, desde su Villafrechós natal, hacia el año 1934, para abrir bufete de
Abogado. Se casó con una muy joven y guapa Pilar Álvarez Mazo. Fue toda la
vida, junto con Don Manuel Cossío, el Abogado de referencia, cuando la comarca estaba muy poblada, muchos
labradores y, por tanto, muchos pleitos de tierras, que, con frecuencia, tanto uno
como otro, ambos católicos consecuentes, intentaban arreglar sin llegar a los
tribunales. Ya, al final de su vida laboral, cuando el trabajo en el bufete
disminuyó, se hizo cargo de la sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad
de Salamanca.
No
motiva esta glosa la amistad, de toda la vida, de ahí que utilice los cariñosos
apelativos familiares, con José-Mari, “Susi”, Pilar, “Monchi”, Mari Carmen, Elenita, Angelito y
Javi, sino porque es de justicia.
Como
todos poseen valiosos currículos, tomaremos el del mayor, el pequeño y una de
las chicas.
JOSÉ
MARÍA CONCEJO ÁLVAREZ. De joven le llamábamos “cabezón”, no por el tamaño, sino
por la calidad de su cabeza. Acabada la carrera de derecho “cum laude”, consiguió uno de los primeros puestos en las oposiciones a Abogados del Estado.
Fue Director del Patrimonio Artístico Nacional, antes de las autonomías; época
en que consiguió una importante suma para el primer arreglo serio, el de la
iglesia, en el Convento de las Clarisas. Por el pueblo se rumoreó que le
propusieron una cartera de Ministro, posiblemente cuando lo fue de Hacienda su
amigo personal Antonio Barrera de Irimo.
Durante
muchos años ocupó de los primeros puestos en la dirección del BBV. Aunque
relacionado, incluso a niveles de gran amistad, con altos cargos políticos,
quien fuera alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, por ej., quien vino al entierro de su madre, no
cedió a la llamada de la política. Es un intelectual puro que ha estado siempre
en otro escalón.
JAVIER
CONCEJO ÁLVAREZ. Si ustedes le ven de juerga, por San Roque, con la mara de “Bolica”,
mi primo Manolo Alonso, Isidoro, Sera, “Brillantina”, “Jose” el de Adelina,
Estebín, su hermano Angelito…, o cuando vienen a matar el marrano, no pensarán
que es Jefe del equipo de cardiología en el Hospital “Gregorio Marañón”.
¿Para
qué voy a contar más?...
¡Pero sí!: un botón de muestra de su calidad humana. Puede que haga quince años, o más. Un señor de Villalpando, Emilio Méndez, consigue que le operen del corazón en el “Marañón”. A pesar de verle vestido de doctor, con el letrero bien claro, Dr.. D. Javier Concejo, fonendo, rodeado de enfermeras…, Emilio, en su protector, seguía viendo al pequeño de Concejo, y siempre le llamaba Javi, preguntaba por Javi, clamaba por Javi. El Dr. Don Javier Concejo hubo de decir que aquel paciente era su tío.
¡Pero sí!: un botón de muestra de su calidad humana. Puede que haga quince años, o más. Un señor de Villalpando, Emilio Méndez, consigue que le operen del corazón en el “Marañón”. A pesar de verle vestido de doctor, con el letrero bien claro, Dr.. D. Javier Concejo, fonendo, rodeado de enfermeras…, Emilio, en su protector, seguía viendo al pequeño de Concejo, y siempre le llamaba Javi, preguntaba por Javi, clamaba por Javi. El Dr. Don Javier Concejo hubo de decir que aquel paciente era su tío.
Animado
por él, a punto estuvo nuestra hija Sara Belén, al superar del MIR de optar por
la especialidad de cirugía torácica. Todos los Concejos nos llamaron cuando se
fue.
PILAR
CONCEJO ÁLVAREZ.
¿Alguien sabe, aparte de las amigas de toda la vida, que esta señora, de los Concejos, que viene todos los agostos con sus hermanas a preparar la casa para recibir la invasión de toda la tribu, que disfruta de amistades, de liturgias, de su pueblo, es doctora en Filosofía y Letras?, ¿Que ha impartido clases durante quince años en una universidad americana? ¿Qué también ha ocupado cátedra en la Universidad madrileña “San Pablo CEU”…? ¿Que imparte conferencias…, escribe en revistas especializadas…? Pues yo, exactamente, tampoco. He tenido que preguntarle a Petri.
¿Alguien sabe, aparte de las amigas de toda la vida, que esta señora, de los Concejos, que viene todos los agostos con sus hermanas a preparar la casa para recibir la invasión de toda la tribu, que disfruta de amistades, de liturgias, de su pueblo, es doctora en Filosofía y Letras?, ¿Que ha impartido clases durante quince años en una universidad americana? ¿Qué también ha ocupado cátedra en la Universidad madrileña “San Pablo CEU”…? ¿Que imparte conferencias…, escribe en revistas especializadas…? Pues yo, exactamente, tampoco. He tenido que preguntarle a Petri.
Y
no, no crean es porque casi no nos conocemos. ¡Qué va, qué va! Me precio de
su amistad de toda la vida, me siento con ellas en la terraza, converso en
cualquier lugar siempre que puedo. Me daba a uno de sus sobrinos, pelirrojo,
hijo de “Susi”, cuando era niño, para que le montara en el tractor, que le
encantaba, y me llamaba “Agatito”. Cuando la enfermedad de Belén, con suma
discreción, estaban muy pendientes.
Es
un gozo conversar con Pilar, Mª Carmen, Elena. Se interesan por todo lo del
pueblo, escuchan, preguntan, aportan. Son sencillas, afables, simpáticas,
cercanas. ¡Pues fíjense!: ¡jamás una alusión a su currículo!
¡Qué calidad de personas! ¡Qué categoría humana...! No sé si no estaré metiendo la pata. Perdona Pilar si te asomas por aquí. Sé que esto puede chocar con tu humildad campechana.
¡Qué calidad de personas! ¡Qué categoría humana...! No sé si no estaré metiendo la pata. Perdona Pilar si te asomas por aquí. Sé que esto puede chocar con tu humildad campechana.
Espero
sepa disculparme si le digo que uno, acostumbrado a escuchar a los ricos y
ricas de la comarca las tierras que tienen, a otros lo machotes y lo listos que
son, a ver más vanidad y fanfarronería de la cuenta, el ejemplo de Pilar me
conmueve, me mejora.
Pues
que sepan que esta señora, será la pregonera de la Semana Santa villalpandina.
Pronunciará su pregón el domingo seis de abril, después de Misa mayor, en el
salón de actos del Ayuntamiento.
Si,
con tanta cofradía, tantas flores, tanta carroza, tanto tambor, no se llena
hasta arriba el Ayuntamiento, aunque sólo fuere por el aspecto cultural, es que
no tenemos remedio.
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LISTA ABIERTA
En vaya lío me he metido: ¡Cómo no citar a tantos otros que faltan…! Sobre todo de los más jóvenes, a cuántos con méritos no citaré. Cuento con ustedes, lectores, dispuesto a recibir aportaciones de la lista abierta que ahora comienzo.
Empecemos
por la Judicatura, llegar a juez tiene mucha dificultad.
Cito en primer
lugar a Miguel Ángel Feliz, por ser amigo, y porque llegó arriba empezando de
la nada, dando clases con D. Marcelino el maestro. No hace mucho ingresadas hay
dos chicas: una hija de Carlos Antona y Conchi Suena, y otra de Eloy Feliz,
quien no llegó a disfrutar de esa alegría, y Begoña. No sé cómo andarán alguna
aspirante más a la carrera judicial de que tengo noticia. Seguro que lo
conseguirán.
En el
campo de la medicina especializada estamos “fardaos”: Javi Concejo, ya citado, Tomás Toranzo (¿de qué me suena?), Jesús, el de Ovidio; Tere,
la de Servilia (ya lo sé que se apellidan Sánchez y Boyano, respectivamente);
más jóvenes las sagas familiares Miranda, (Ani en el 112, Sara en Valladolid);
Modroño, Ana, ginecóloga (madre de tres niñas seguiditas y Oren, y ¡anda que no
sabrá!, pues su marido también es del ramo) ; Belén, ¡qué carrera llevaba!, operando de
cataratas a San Pedro. En el mismo campo de la sanidad, Gracia, farmacéutica
con cargo de responsabilidad en Asturias. Me quedan muchas fuera en el gremio
de enfermería e, incluso, farmacia.
En la
docencia universitaria, además de los jubilados ya mentados, me cabe citar a un
cerebrito, catedrático de informática, con publicaciones serias en su haber, el
profesor Jesús Sánchez Vega.
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Leyendo
las setecientas devorables páginas del
libro de Antonio Salas, (seudónimo en que se oculta un periodista por motivos
de seguridad, ya que es muy gordo y veraz lo que cuenta en sus libros), “Operación
Princesa”, enseguida asocié a una de las heroínas, la joven agente de la
Guardia Civil, “Luca”, con una chica de Villalpando, Elisabel Sinde, “la de Juanitín”, más que por noticias fidedignas,
por intuición, viendo su carrera.
Un
sábado, hace unas semanas conversé con ella y su compañero en el Ideal. Me
informó de su trabajo actual sin alardear de currículo.
Está, como Teniente, al lado del
General Jefe, en la Jefatura Superior del Seprona, en Madrid, después de haber
ocupado unos años, pocos, la de Zamora.
Hablamos a tenor del citado libro, de
proxenetismo, de narcotráfico, de corrupción, de seguridad, de política... Me
dijo la cantidad de casos de corrupción urbanística por parte de alcaldes de
todos los colores, que denuncia el Seprona y no salen en los medios. Yo
preguntaba y escuchaba con atención. También su compañero aportaba opinión e
informaciones muy interesantes. Había estado en primera línea de la lucha
contra ETA.
Prometí
dejarle el libro, al acabarlo. Un día se lo lleve a casa de sus padres, para
cuando viniera. Entretanto su madre empezó a leerlo. Me dijo: -Has acertado: como que estoy viendo a
Elisa, cuando empezó, en Luca .
Sacó un
dossier de felicitaciones, ascensos, recortes de periódico. Ley uno, de como
ella y otro compañero, de paisano, detuvieron a un peligroso atracador (fugado
de prisión por delito de homicidio) provisto de pistola en mano, en un
supermercado de Valencia. De verdad que
justo, justo de película. ¡Qué valor y sangre fría la tía!
Pero,
además de eso, tiene “coco”, intelecto, voluntad con los que, también desde la
nada, ha forjado su carrera.
¡Qué
gusto acabar la relación con una villalpandina así!
Me
falta el apéndice. Dos personas a las que sería injusto dejar fuera.
DON
TOMÁS OSORIO BURÓN.
Los
puristas del villalpandinismo dirán que es forastero, a lo que me opongo. Este
hombre lleva aquí desde finales de 1978 o 1979. Aquí ha dejado, aquí está
dejando los mejores años de su vida, aunque suene a tópico, al servicio del
pueblo.
Como
a todos los curas que siguieron en la brecha, después del nacional-catolicismo
le ha tocado remar contra corriente. De una época de práctica religiosa, moralidad en las
costumbres se ha pasado a lo contrario.
Cogió
a la Parroquia, después de D. Policarpo, un poco desmadejada. Se puso a
trabajar. Se volcó en la catequesis, (excursiones,
campamentos) en la formación religiosa de niños y adolescentes, hasta que se
iban a la universidad o a trabajar fuera. Fue la época de mis hijos. Recuerdos
las Misas de San Pedro, la de los niños, en que se llenaban los bancos de
críos, prestos a dar guerra. Conseguía atraer su atención en unas homilías didácticas,
mostrando mapas, haciéndolos preguntas.
Organizó
grupos Cristianos: la comunidad Neocatecumenal, el grupo de matrimonios…, ha
influido en la mejora, y creación de otras nuevas, cofradías semanasanteras; ha recuperado
documentación, organizado archivos. Pena que llevado a Zamora.
Obra
suya es la Casa Parroquial y la nueva Iglesia de San Nicolás.
Si
yo, desde el punto de vista humano, siempre he admirado a este hombre, es
porque conozco su categoría intelectual. Porque este no ha seguido de cura (que
es sacrificado) por ganarse la vida. Fue profesor del seminario, cuando había
seminaristas. Dada su preparación, su capacidad, muy bien hubiera podido
ejercer la docencia en la vida civil.
Es
autor de varios libros de carácter histórico y religioso, uno referido a su
pueblo, Fuentes de Ropel , y otros a Villalpando, por todos conocidos. En el de “Archivos, Parroquias y Cofradias” puso la supervisión, y prestó legajos a Pablo Román quien, según me informa, hizo la mayor parte del trabajo. Cierto que Pablo es un mecenas villalpandino.
Sin
quererme meter a juzgador, ni ponerme por encima, y porque además es conocido,
no sería sincero si callara lo que me motivó con él cierto enfrentamiento: sus
connivencias con Carmen Allende, sabiendo, conociendo datos objetivos de la inmoralidad de muchas de
las actuaciones de esta persona, que él contribuyó a tapar. La más grave la
alcahuetería de todos, él incluido, los miembros del Patronato, cuando
firmaron, siendo falso, que no cobraba sueldo como Gerente. Claro caso de
corrupción política y judicial. Me dicen ahora, desde hace siete años, ¿qué
falta hace “la Gerente”?
A
pesar de lo anterior, me quedo con la parte positiva. En esta época en que los
curas son tan escasos, quiera Dios que D. Tomás nos dure muchos años.
TERESA
CIFUENTES VELEDO.
Atiendo
la sugerencia de algún mensajero que me ha sugerido que cite a personas con
valores humanos. También yo estaba en ello.
Lo
que pasa que para citar a todas, la lista sería interminable. Estaría llena de
mujeres. Todas aquellas que, hasta nuestra generación, sin recursos económicos,
o muy pocos, criaron familias numerosas de las de entonces: ocho, nueve, diez,
doce hijos... El record, diecisiete, lo
ostenta la familia Manrique, si bien con dos mujeres, y uno a uno, sin
mellizos.
Ustedes
se imaginan lo que era en aquellos tiempos, sin apenas ingresos, miserable casa,
sin agua corriente, (apunten por lo tanto que sin lavadora, ni lavavajillas ni aseo,(¿para qué voy a poner que sin
calefacción?), ni un solo electrodoméstico, alimentar, vestir, mandar a la
escuela, a diez hijos seguiditos?
Sin
que nadie lo tome como ofensa, sino como homenaje, no me resisto a citar a
alguna que conocí muy de cerca, y de las que tanto me acuerdo: Carmen Boyano,
Palmira Sinde, Sagrario Lobato, Inés Sinde
Mansilla…., verdaderas heroínas.
Y,
volviendo a Teresa, aunque no tuviera hijos tuvo padres, familiares a quienes
cuidar.
Aunque
siempre, como vecinos, tuvimos buena relación, fueron los últimos años cuando
nuestra amistad fue intensa. De ahí que conozca su valiosa biografía al pie de
la letra.
Cuando
estalló la guerra ella tenía doce años. Iba a la escuela de Las Hermanas. Como
era niña despierta se estaba planteando su familia, aunque humilde, si,
haciendo un esfuerzo, darle estudios.
La
guerra lo truncó todo. Ella era la menor de cinco hermanas, las dos mayores ya
casadas. Tenían una pequeña tienda, dos tierricas, burro, carro, un majuelo y un cacho
de huerta en la carretera de Zamora, padre y madre muy trabajadores. No pasaban
hambre. La hermana del medio, Julia, un poco coja, por amago de polio infantil,
salía a vender por el pueblo. Palpaba el hambre, sobre todo cuando había huelgas,
la miseria. En su familia, sin tener afiliación, eran simpatizantes de los
partidos de izquierdas, cuando la llamada izquierda lo era tal. No es el caso
de ahora.
Les
requisan todo lo de la tienda. Han de esconder los colchones en la bodega de
unos vecinos. Llevan a Julia, y a su madre Baldomera, a la cárcel de Zamora.
Fusilan a la hermana, la madre sigue unos meses en la cárcel. Ella, con su
padre, o alguna hermana mayor, en el burro, iban a visitarla y llevarle algo de
comida. Allí conoció a Amparo Barayón, a Leonor, “Pico de Oro”.
Teresa sigue yendo a la “Escuela de las Hermanas”. Recibe puyas y tortas de otras
niñas, por ser roja. Las hermanas, sobre todo una, a escondidas la consuela, protege
e influye para que mantenga sus principios
de la doctrina Cristiana, que no es la practicada por los vencedores.
El
padre enferma. ¿Cómo subsistir? Animada, ayudada por la monja, aprende corte y
confección. Monta taller de modista. Sostiene la casa. Atiende al padre en la
larga y penosa enfermedad. Unos años
después le toca la misma cruz con la madre.
Fue
guapa en sus años mozos. Recibió murmuraciones de la envidiosa vecina. Su
taller tenía cada vez más trabajo. Muchas chicas pasaron por él para aprender
el corte, al tiempo que la ayudaban. Ahí estaba su relación social. Sus ocios: la radio, que tuvo así que pudo, el cine del pueblo, y los libros. Sobre todo
los libros que, cuando jubilada, devoraba. Intercambiábamos.
Desde
muchos años aquejada de dolencia cardiaca, puede que por tanto sufrimiento
juvenil, se pegaba grandes paseos al
amanecer con Servilia Martínez y Vicenta Morales. ¡Qué familiar su presencia por la carretera de Zamora. En la práctica religiosa
diaria, hallaba consuelo.
Bien
se merece Teresa cerrar este espacio de “intelectualidad y gentes de valor”.
Ella fue todo lo intelectual que pudo. Poseía muy buena cultura. En cuanto a
valores humanos era ejemplar. A mí, en los momentos difíciles de los
atropellos, me sostenía. Además de la abnegación en el cuidado de sus padres
cuando fue necesario, era una referencia en lo ético. Yo admiraba su entereza,
su serenidad, su equilibrio. La valentía y dignidad que mantuvo hasta el final.
Teresa.
¡Cómo no llorar en tu entierro! Sabes
que yo te quería.