LES
CUENTO CÓMO PASÓ.- Cap IV
Aquellas
primeras elecciones democráticas, las ganó la UCD, las ganó Adolfo Suárez.
Obtuvo 166 escaños, o así. El PSOE 118.
PCE 19 y la AP de Fraga 16. Los catalanes y vascos no lo recuerdo, no me molesto
en ir a Wikipedia. Sí los suficientes, para completar la mayoría absoluta que
UCD podría haber necesitado. No hizo
falta. También Fraga se los ofreció.
La
relativa sorpresa fue el preguntar:
¿había tan poca gente de derechas derechas como había votado a AP, y tan
poca de izquierdas izquierdas como había votado al PCE?
¡Pues
claro que en el fuero interno no tan poca!, pero pesaba en las conciencias el
recuerdo de la guerra civil entre izquierdas y derechas, el deseo de superar
aquello. La gente con pedigrí de izquierdas
encontró en González el sucedáneo
de Carrillo. Joven, atractivo, con labia izquierdista, y, como se vio luego,
práctica liberal. Un buen invento. Cuando llegó al gobierno, con el voto de los
obreros (también ciertas clases medias) reverdecieron antiguos y nuevos ricos
en la época del pelotazo y la “beatiful poople”.
Los de
derecha más moderada se fueron Suárez.
Aquellas
fueron las Cortes constituyentes. Siete
fueron los ponentes elegidos: tres de UCD, uno del PSOE, otro del PCE, otro de
AP y otro de CIU.
Manos a
la obra. Difícil dar gusto a todos. Espinoso el problema nacionalista. Café
para todos. Estado de las Autonomías… Hay ganas de arreglo. Unos y otros ceden.
El famoso CONSENSO. La refrendamos los españoles, abrumadora mayoría, el 6 de
diciembre de 1978. Mi padre ya no la pudo votar. Se había muerto el octubre
anterior.
Aprobado
el reglamento había de seguir el partido. Nuevas elecciones en marzo de 1979.
Suárez aumenta en algún escaño. En mayor proporción el PSOE. Iba desapareciendo
el fantasma de la guerra. La AP, unida a otros, los siete magníficos, en unas
siglas llamadas CD, se hunde. Resurgiría más tarde ya como PP.
Ahora
Suárez, a gobernar. Cada vez se lo ponían más difícil: mala situación económica
española y mundial, debida sobre todo al alza de los precios del petróleo, y,
sobre todo el inhumano, vomitivo, irracional terrorismo etarra. Si ya le
costaba enorme esfuerzo sujetar al ejército y a un numeroso sector civil
involucionista por lo del Estado de las Autonomías, lo de guardias civiles,
policías, políticos, gente que pasaba por allí, asesinados cada poco, suponía
una provocación.
Al
principio de su legislatura, todavía apoyado por el rey y por los tenientes
generales, Díez-Alegría y Gutiérrez Mellado, a quien había nombrado
vice-presidente, fue alejando de Madrid a los generales más levantiscos:
Armada, Milán del Bosch, Elicegui, Merry
Gordons. Campano López…,
La
tormenta, ya a finales del 79, apenas a nueve meses de formado el gobierno, era
tan intensa que la nave comenzó a zozobrar. Suárez al timón, con unos pocos
incondicionales, no podía taponar las vías de agua que se abrían por todas
partes. A los barones de aquel conglomerado algo dispar, se les veía con ganas
de abandonar el barco. Eso era de dominio público. Empezaban a navajearlo.
Felipe
González, mayo de 1980, le presenta una moción de censura inmesirecorde, de la
que Adolfo sale muy tocado. Los “socialistas” lo insultaban y descalificaban
hasta en el Congreso de los Diputados, recuérdese lo de “tahúr del Missisipi”.
El
Alcazar y otro semanario cuyo título no recuerdo, enviscaban a los militares.
El ruido de sables era cada vez más audible.
Les
estoy contando cómo paso porque lo viví informado. Por entonces, ya con cinco
niños con ganar para el sustento familiar tenía bastante. Me ofrecieron, José
Antonio Otero, a través de Agustín Cordero, de Benavente, Jefe de Silo
entonces, conociendo mis ideas,
organizar la UCD en Villalpando. Me ofrecí a colaborar pero no a organizar. A otra le vino
bien.
Apenas si he de consultar algún
dato en la “Wiki”. Por eso, dada la memoria, que Dios me conserve, dado lo
mucho leído, me resulta creíble, me encaja, lo contado en la entrevista de
Mellado a Pilar Urbano en “El Mundo” del domingo. Me creo lo de la “Operación Armada”, aceptada
por el rey, que no es la primera vez que suena.
Consistió,
muy resumido, en sustituir a Suárez y su gobierno por un gobierno de “Salvación
Nacional”, al estilo de cuando Charles Degaulle tomó, sin elecciones, las
riendas de la nación francesa. El mecanismo sería una segunda moción de censura
presentada por el PSOE, que sería, ya sí, apoyada, por veinte o treinta
diputados de la UCD. Ese gobierno lo presidiría el General Armada. Sería su
Vice-presidente Felipe González. Ya dudo, si como publica hoy un diario digital, poniendo
los nombres y las fotos, habría acuerdo sobre el total de las personas a
constituirlo.
Pilar
Urbano da nombres, fechas, horas, lugares de las cuatro broncas de Suárez y el
Rey, en enero de 1981. Y la del 24 de Febrero, nada más salir del Congreso,
cuando le llevó al Rey la revocación de su dimisión, como reacción al intento
de golpe.
Adolfo
ya, traicionado, abandonado por todos, presenta su dimisión el 28 de enero de
aquel año. Con ello frustra la “Operación Armada”, que pasaba por una moción de
censura.
Lo que
ocurre es que el General, o Teniente General, (no sé qué es más) Alfonso Armada,
ya estaba lanzado, el Rey ya “le había
puesto los patines”, y no quería frenar.
Por ello Armada le soltó la cadena a Tejero. Éste que estaba deseando morder,
con otro montón de canes que tenía alrededor, entraron ladrando en el Congreso
el famoso 23-F.
No, el Rey no ordenó el asalto
al Congreso de los Diputados. Además lo de aquellos guardias civiles
pegando tiros, fue antiestético, una imagen que las democracias occidentales no
podrían admitir. Aun así sus dudas duraron desde las cinco de la tarde, cuando
entró Tejero, por cierto, en nombre del Rey, acojonando a todos menos al “Guti”
y Suárez, y las dos de la mañana, cuando salió en la tele.
No sabemos
qué hubiera pasado si en su conversación en el Congreso se hubieran entendido
Armada y Tejero. No sabemos qué, si el General hubiera conseguido entrar en la
Zarzuela, si hubiera salido en la tele. Si no hubiera estado por el medio
Sabino y alguno más cortocircuitando la corriente entre el Rey y el General.
El
resto de la historia de Suárez, ya la sabemos:
Funda el CDS, 2 Diputados en el 82, 20 en el 86. Decepcionado se retira. Enferma su esposa. Se
dedica a cuidarla. Después se pasaba horas y horas junto a su tumba…, cuando se
murió su hija ya no supo quien “Mariam”.
Los
elogios en la hora postrera, todos merecidos, pero tarde, aunque ciertas
presencias me repatearon. ¿Cómo necesitaríamos ahora un hombre de su talla
humana, de su grandeza moral…?
Como en
toda esta historia sólo aparecen varones voy a
“sacar” a tres mujeres fundamentales en ese tiempo: la Reina Sofía,
aconsejadora democrática del rey, comprensiva por razones de Estado de las
supuestas infidelidades del rey; Amparo Illana, hija de un Coronel Auditor; aquí sirve el dicho, que no tópico: “detrás
de un gran hombre…”. Y, ¡cómo no!: Carmen Díez de Rivera, “La Musa de la
Transición”. Si algún joven me lee, o quien no la recuerde, busquen. Verán qué
guapa, como su madre, la Marquesa de Llanzol, y tan inteligente como su padre
natural, Ramón Serrano Suñer. Sabrán la tragedia, al estilo de Corin Tellado,
de su vida.
¿Qué va a pasar con el libro de
Pilar Urbano, “La Gran Desmemoria”, con todo lo tan gordo que cuenta?
Por las
primeras reacciones que estoy viendo, intentar silenciarlo. Todavía ni uno de
los aludidos vivos ha salido a desmentir.
Los
españoles, dada la gran cantidad de cosas gordas que suceden, que han sucedido
en este país, (ETA, Tejero, GAL, Filesa,
los trenes de Atocha, la Gürtel, Bárcenas, los Eres,) estamos inmunizados. Lo
fagocitamos todo. Incluso, puede, que sea mejor así.
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