viernes, 24 de abril de 2009

............ ¡Y DESPUÉS!: MUCHO PÉSAME SEÑOR.

Pido a mis lectores perdonen la inmodestia de hablar de mí mismo. Saben que me gusta predicar valores, y como dice un refrán “que no es lo mismo que dar trigo”, les puedo asegurar soy tierra, al menos, medianamente fértil.
Convencido de que la ética, la honradez, la sinceridad, la verdad son virtudes imprescindibles en la convivencia humana, aun yendo contracorriente, intento practicarlas en mis relaciones con los demás, sobre todo cuando por el medio hay dinero. Siempre busco lo justo.
Pero no me he limitado a ser caritativo en ciertos tratos con otros más humildes, en precaria situación económica, o simples ayudas, sino que he luchado contra la deshonestidad política, poniendo esfuerzo, sinsabores y dinero, a cambio, nada más, de la paz interior por ser fiel a mis principios.
Esta manera de ser, en parte, venía impresa en mis genes, y se vio reforzada por la educación religiosa de mi infancia, juventud, madurez. La ética universal es coincidente con los valores del Evangelio Cristiano. Mi practica religiosa era sincera, e impulsaba mis actuaciones, incluida la de sentirme, sino hermano del todo, al menos próximo al resto de los asistentes a Misa, aun consciente de lo que había de rutinario y falso en tantos.
En mi pelea en pos de la justicia, de la libertad en un lugar donde permanecía intacta la alianza trono-altar, el poder que daba la connivencia entre las fuerzas vivas, se prestaba a todo tipo de delaciones, de traiciones, de cobardías, por parte de los vasallos, hacia mi persona.
Se me podía insultar, difamar, agredir que, o no encontraría testigos, o los habría falsos en mi contra.
Cuidado que Jesús de Nazaret fue taxativo y duro contra la mentira, y más contra el falso testimonio. ¡Pues bien!: en dos ocasiones se utilizaron en mi contra “testigos falsos”, que mintieron en juicio descaradamente, uno de ellos ni siquiera estaba en el lugar de los hechos, y además persona a la que servidor había hecho grandísimo favor. En otra más, fue un certificado de presencia en una reunión, a la que el interfecto no había asistido, para que sirviera de coartada a un alcalde agresor, que negaba la agresión.
¿Saben quienes utilizaron esos “falsos testimonios”?. (El 7º: NO DIRAS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRAS). Personas de Misa, de procesiones, de cofradías, de los que suben a leer al altar, de los que organizan con el Cura los paripés histórico-floclórico-religiosos, incluso que son catequistas.
Obvio es decir que he dejado de participar en esas “asambleas”, ollas tan llenas de garbanzos negros. Porque esas practicas hipócritas para nada influyen en la moral de bastantes participantes, en sus actuaciones en el día a día.
Creen que con ir a Misa, ya cumplen con Dios y pueden, con avaricia, amasar dinero defraudando a Hacienda, ocultando ingresos, de pisos, por ej., alquilados sin contrato, cobrando en metálico; difamar de forma anónima en foros de internet o por correo postal; insultar con gestos, desde un camioneto, por ej.. En los tratos, ¡ni te cuento!.. Ahí está permitido todo,..... .
Mi desacuerdo con un hecho concreto, ha motivado este artículo: un practicante quien valiéndose de una mentira, que el otro incauto se creyó, le ha timado unos cuantos millones. De pesetas. ¡Menos mal!.
Es en estos casos, cuando la gente del común, no menos honrada, en bastantes casos que los practicantes (de todo hay en uno y otro lado), dicen... : ¡Y después mucho pésame señor!.
............ ¡Y DESPUÉS!: MUCHO PÉSAME SEÑOR.

Pido a mis lectores perdonen la inmodestia de hablar de mí mismo. Saben que me gusta predicar valores, y como dice un refrán “que no es lo mismo que dar trigo”, les puedo asegurar soy tierra, al menos, medianamente fértil.
Convencido de que la ética, la honradez, la sinceridad, la verdad son virtudes imprescindibles en la convivencia humana, aun yendo contracorriente, intento practicarlas en mis relaciones con los demás, sobre todo cuando por el medio hay dinero. Siempre busco lo justo.
Pero no me he limitado a ser caritativo en ciertos tratos con otros más humildes, en precaria situación económica, o simples ayudas, sino que he luchado contra la deshonestidad política, poniendo esfuerzo, sinsabores y dinero, a cambio, nada más, de la paz interior por ser fiel a mis principios.
Esta manera de ser, en parte, venía impresa en mis genes, y se vio reforzada por la educación religiosa de mi infancia, juventud, madurez. La ética universal es coincidente con los valores del Evangelio Cristiano. Mi practica religiosa era sincera, e impulsaba mis actuaciones, incluida la de sentirme, sino hermano del todo, al menos próximo al resto de los asistentes a Misa, aun consciente de lo que había de rutinario y falso en tantos.
En mi pelea en pos de la justicia, de la libertad en un lugar donde permanecía intacta la alianza trono-altar, el poder que daba la connivencia entre las fuerzas vivas, se prestaba a todo tipo de delaciones, de traiciones, de cobardías, por parte de los vasallos, hacia mi persona.
Se me podía insultar, difamar, agredir que, o no encontraría testigos, o los habría falsos en mi contra.
Cuidado que Jesús de Nazaret fue taxativo y duro contra la mentira, y más contra el falso testimonio. ¡Pues bien!: en dos ocasiones se utilizaron en mi contra “testigos falsos”, que mintieron en juicio descaradamente, uno de ellos ni siquiera estaba en el lugar de los hechos, y además persona a la que servidor había hecho grandísimo favor. En otra más, fue un certificado de presencia en una reunión, a la que el interfecto no había asistido, para que sirviera de coartada a un alcalde agresor, que negaba la agresión.
¿Saben quienes utilizaron esos “falsos testimonios”?. (El 7º: NO DIRAS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRAS). Personas de Misa, de procesiones, de cofradías, de los que suben a leer al altar, de los que organizan con el Cura los paripés histórico-floclórico-religiosos, incluso que son catequistas.
Obvio es decir que he dejado de participar en esas “asambleas”, ollas tan llenas de garbanzos negros. Porque esas practicas hipócritas para nada influyen en la moral de bastantes participantes, en sus actuaciones en el día a día.
Creen que con ir a Misa, ya cumplen con Dios y pueden, con avaricia, amasar dinero defraudando a Hacienda, ocultando ingresos, de pisos, por ej., alquilados sin contrato, cobrando en metálico; difamar de forma anónima en foros de internet o por correo postal; insultar con gestos, desde un camioneto, por ej.. En los tratos, ¡ni te cuento!.. Ahí está permitido todo,..... .
Mi desacuerdo con un hecho concreto, ha motivado este artículo: un practicante quien valiéndose de una mentira, que el otro incauto se creyó, le ha timado unos cuantos millones. De pesetas. ¡Menos mal!.
Es en estos casos, cuando la gente del común, no menos honrada, en bastantes casos que los practicantes (de todo hay en uno y otro lado), dicen... : ¡Y después mucho pésame señor!.

miércoles, 15 de abril de 2009

PINCELADAS NOSTÁLGICAS.

Pasado el Domingo de Ramos, cuando supe que el pregón lo había pronunciado Ángel Infestas Gil, me llevé disgusto por no haberlo escuchado.



Supe que había copias. Ayer me entregó una, otro amigo de la infancia, otro de los niños adelantados de la escuela, Miguel Rojo, "Paíno", otro emigrante que no pierde el careo del pueblo, otro con el que da gusto conversar.



Lo he leído con avidez, releído saboreándolo. Es como suponía, sencillo, culto, hondo, evocador, coincidiendo en el recuerdo de las mismas vivencias infantiles. Aunque no lo parezca, lo que algo me acompleja, somos quintos.



A Angelito el "Panadero", su padre Chencho, tenía panadería en la Plaza de San Andrés, en una casa de planta baja, en el solar que hoy ocupa la nueva casa de Luciano, "El Tobo", le recuerdo de la infancia.



Pertenecía a una pandilla, los de "La Puerta Villa", que imponía "su ley" entre la chiquillería: el susodicho, Paco "El Churro, a quien no he vuelto a ver desde que emigró; sí a algún hermano y sobrinos que han venido conmigo, en el remolque, a los encierros; Melecio Mansilla, "Mele", con quien sigo manteniendo gran amistad, al igual que con el cuarto; "Teico", de la familia de "Los Culines", visitantes asiduos del pueblo, con casa en el mismo.



Después, cuando marchó a los frailes, en una redada gorda que hicieron los Franciscanos después de unas misiones, sólo venía, un mes, de vacaciones en el verano. De aquella época de adolescentes y jóvenes recuerdo compartir inquietudes sociales, religiosas, culturales. De todos los que pasaron por "El Pardo", de aquella "cerandada", quedaron "tres garbanzos gordos": Félix "Nitro", Angelito, y José Mari Garea.



Hoy, "Angelito el Panadero", forma parte de la intelectualidad villalpandina, junto a José Álvarez Junco, "Pepito el del Registrador; Fernando Alfayate, "Nandi"; José Mari Concejo; Andrés, "el del banco",.......... . Hay muchos más. Pido perdón a los omitidos. A estos veteranos se van a sumar, mi sobrino Félix, y Fernando Cartón.



Al final, para que comprueben coincidencias, voy a transcribir algunos párrafos del pregón de Ángel Infestas Gil, nieto del señor, "Rojo el Bayón" y "El Brigidón".



..."entre asombrados, distraídos y resignados, asistíamos a ceremonias que se nos hacían interminables, pero que intuíamos muy importantes por la seriedad y la emoción contenida que observábamos en los mayores.

Esto sucedía con los oficios de tinieblas, que tenían lugar el miércoles al atardecer: también eran en latín, y consistían en el rezo de una serie de salmos y de otros pasajes de la Biblia. Pero añadían un componente particular que los hacia especialmente atractivos para los niños...

Durante su celebración, con todas las luces del templo apagadas, destacaba el tenebrario, un candelabro en forma de triángulo con quince velas, que ocupaba un lugar relevante en el altar mayor.

A medida que se iba rezando cada salmo, se apagaban una tras otra todas las velas, menos la última, que, encendida, se ocultaba tras el altar, mientras se recitaba un salmo de difuntos, el Miserere. Terminado éste, en la más absoluta oscuridad, los participantes en los oficios de tinieblas, debían producir un ruido que recordara el terremoto que acompañó a la muerete de nuestro Señor, según el evangelista San Mateo: "la tierra tembló y las rocas se hendieron....". A pesar de la seriedad sagrada era el momento esperado por la chiquillería para unirnos a la celebración, colaborando en la reproducción del terremoto con matracas y carracas y.... con los bancos de la iglesia, por un tiempo indefinido, que siempre nos parecía demasiado corto, hasta que Don Cayo, ayudado por un cíngulo, se encargaba de restaurar el silencio y el respeto al lugar sagrado.

Bastante niños éramos cuando aquello de Don Cayo. Éste falleció en el mes de julio del año de 1954. Aquel año ya no usó el cíngulo, ni posiblemente el anterior. "Carapela" ya no nos dejó entrar en la iglesia. Nos sacudió con su varita. Yo sentado en una ventana del Síndicato, me tiré de golpe, caí sobre otro niño y me rompí el tabique nasal. Sangraba como un marrano.
Con los anteriores datos puedo aportar que nuestros recuerdos datan del 52, y para atrás, cuando teníamos 11 años, y menos.

jueves, 9 de abril de 2009

“¡PERDÓN A TU PUEBLO SEÑOR,.....!”

Perdón a tu pueblo, perdónale Señor. ¡ No estés eternamente enojado...!. ¡No estés eternamente enojado, / perdónale Señor....!”.
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“¡Mira ingrato pecador/, mira a tu amante Jesús, /clavado por ti en la Cruz!....
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“Amante Jesús mío,/ ¡oh cuánto te ofendí!./ Perdona mi extravío, / y ten piedad de mí...!”.
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¡Sálvame Virgen María, óyeme te imploro con fe..........!.
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¡Qué distintas aquellas Semanas Santas!. Venían precedidas de la larga Cuaresma en que se cerraba el baile. Y,¡menos mal que no el cine!. En las que si no tenías bula habrías de observar la abstinencia los cuarenta días, y ayunar los viernes. Con bula la abstinencia quedaba para sólo los viernes, y el ayuno para el Santo.
Oscurecido, en esos viernes, se llenaba la iglesia de San Pedro para rezar y cantar el Vía crucis, y el Miserere.
Durante los nueve días anteriores al de Pasión, hasta arriba la Iglesia de San Nicolás. ¡Menuda expectación, oír cantar los solos, acompañados por el armonio, de los versos a La Dolorosa....!: -¿Quién esa mujer que angustiada, vacilante y llorosa camina,.........?.
El Domingo, se bendecían los Ramos en San Nicolás, e íbamos en procesión hasta San Pedro. Allí se oficiaba la larga Misa. A los muchachos, en el coro, les costaba trabajo a los maestros “meternos en cintura” para no pelearnos con las ramitas. Primer sermón, prueba de fuego para el predicador de ese año. Por la tarde el “de las paces”. Siempre incumplido. ¡Pues no hay odiadores en el poblacho!.
El Martes, acabada la jornada de trabajo, el sermón de “Las Lágrimas” de, y en San Pedro: -¡si Pedro negó tres veces,/ mil veces yo te negué,...../.
En la tarde del miércoles, el Oficio de Tinieblas en San Nicolás: La iglesia a oscuras, sólo iluminada por unos hachones en el altar, las imágenes tapadas con telas moradas o negras, y los Curas cantando latinajos. Cada no sé cuantos cantos apagaban un hachón. Los muchachos aburridos, esperando el ansiado apagado del último, momento en que haríamos sonar las matracas y las carracas. Algunos años aquello se desmadraba, pues empezábamos a golpear con los bancos al suelo. Era entonces cuando, D. Cayo, desalojaba la iglesia “a cingulazos”.
Por la noche, la primera procesión, la del “Silencio”. Como únicas imágenes “La Dolorosa”, y el Cristo de la Pasión, acompañado de sus cofrades: túnicas blancas y guantes, capuchón rojo, hachón en una mano y cruz en la otra.
El Jueves por la mañana, después de la solemne Eucaristía se recorrían los monumentos, expuesto el Santísimo en las cinco iglesias, por entonces, del pueblo. Procesión por la noche del Nazareno y su cofradía de la Vera Cruz.
En la amanecida del Viernes el muñidor de ésta recorría el pueblo blandiendo su campana, llamando a la gente a la procesión del “Encuentro”.
Por la noche la gran procesión, en que se sacaban “todos los Santos”: El Señor Atado a la Columna, pequeña talla portada por niños, previo pago al nieto del Sacristán, “El Ecce Homo”, “alias Ceomo”, convertido en adjetivo para, por similitud, designar a los muy feos; “La Oración en el Huerto”, San Juan, “La Soledad”, a quien siempre portaba “Chapirú”, vestido de gala, y a quien sólo alumbraba “La Pelitos”; después ya los “Santos grandes: La Dolorosa, El Nazareno, el Cristo de la Pasión y la Urna, a la que dicen “la Urnia”, custodiada por la Guardia Civil de gala.
La única imagen portada en pequeña carroza, era la del Cristo y las Marías. La costaleaban ocho jornaleros, que, como iban dentro y no se les veía, cobraban jornal.
Las demás imágenes iban sobre andas de “cuatro brazos”. Había que ser mozo muy fornido para cargar con La Dolorosa, y más, el sumun, con Jesús, y más cuando, debajo de la túnica, le pusieron una batería para las luces.
Era una de las noticias de la semana Santa. ¿Quién lleva este año a Jesús?. Se subastaban las andas. Se juntaban grupos de cuatro mozos parejos, quien más pujara lo llevaba. Lo de llevar a Jesús revalorizaba socialmente a los portadores.
¡Qué encanto, en un pueblo tan poblado como mal alumbrado, tenían aquellas procesiones...!: dos monaguillos, cada uno por un acera, portaban los ciriales, otro en el medio la Cruz. Detrás de los ciriales, en sendas filas, los niños, las niñas, (vigilados por los Maestros), luego las mujeres, al final los hombres; las imágenes por el centro, los cofrades, también en filas, por debajo de la acera; detrás de La Dolorosa, del Nazareno y del Cristo grandes grupos de mujeres, de jóvenes a viejas, alumbrando, alguna mujerica con el mismo farol de la cuadra, alguna otra, que “se hubiera ofrecido”, descalza,....; al final, presidiendo, las autoridades... .
Eran procesiones escuetas y hondas, sin cornetas, ni flores, con las únicas luces de las macilentas bombillas en las esquinas, los faroles y la luna llena, con el sonido ronco, espaciado del tambor del pregonero y la esquila de “Cementerio”, y los cantos de todo el vecindario: -¡Perdón a tu pueblo señor!, ¡perdón a tu pueblo!, ¡perdónalo señor.....!.

domingo, 5 de abril de 2009

LUISA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ. Descanse en paz.

Sus últimos años los ha vivido placidamente en la Residencia. Cuando entró ninguno de sus hijos vivía en el pueblo, y ella no quiso salir a la ciudad. Allí la vi hará como dos meses. Sonriente como siempre.

Jamás vi enfadada ni triste a esta mujer. No sé si se enfadaría cuando su hijo Jose-Mari nos indujo a la cuadrilla de amigos, a chamuscar y comer el marranico que había tirado su abuelo Vicente.

Enviudó muy joven. Su esposo Nemesio Garea, cobrador del "coche de línea", la dejó con cuatro hijos, el citado Jose Mari, (de pequeño trasto como él solo, lo que le valió que el señor Narciso, "El Carnicero" le impusiera el apodo de: ¡Oh hacha!), Luis, Pedro y Elena. Ésta niña pequeña. El mayor, cuando murió su padre, andaría por los 17 años. Lo he podido ver en la lápida. Confiando en mi memoria, sería hacia 1958.

Luis y Pedro, con sus esposas, han regresado al pueblo. Luis Garea vive entregado a su tarea, libremente asumida, de concejal de urbanismo. Está siempre disponible para cualquier vecino. Siempre presto ayudar. En alguna ocasión he recurrido a él para alguna acción altruista con inmigrantes, "in extremis". La gestión de Luis, aun a costa de buena mojada en la capital, convaleciente de la superada enfermedad, solucionó el problema.

Luisa, "la Garea", una de tantas abnegadas madres de la posguerra, afable, bondadosa, de estar su espíritu en algún sitio, será gozando del premio merecido.