martes, 28 de octubre de 2008

CAMBIO, CAMBIO, CAMBIO. (I).

Alrededor del 50 del XX, mi tío, con el que convivía, fue a pasar unos días a Oviedo en casa de unos primos. Ellos también pasaban temporadas en nuestra casa.
Aunque por entonces mi familia vivía con cierta holgura, no hacía ni un dispendio. Por aquí, aun los pudientes vivían con austeridad franciscana.
Aquellos parientes de Oviedo, en la Asturias del carbón, poseían un negocio que les dejaba buenos beneficios. Vivían, según mi tío, con derroche. Por ej.: cuando a las medias de cristal de las chicas, entonces de moda, les salía una “ralera”, en lugar de “cogerla”, las tiraban; tenían los armarios a “teque reteque” de ropa; no “rebañaban” la carne del hueso; tiraban comida,.... .Mi tío se volvió mucho antes de lo previsto: no podía soportar ese mal gastar. Cuando en aquella familia derrochona dejó de entrar el dinero a paladas, se vieron en la ruina. Emigraron a la Argentina. Pasaron mil penalidades.
En los últimos años, en esta llamada sociedad del bienestar (bienestar malentendido cuando se asocia a consumismo), bastantes familias han vivido por encima de sus posibilidades: vacaciones, coches, ropa, cacharros,.. comprados con créditos al consumo.
¡LA VIVIENDA!: ¡el pinchazo de la burbuja!, ¡si tenía que ocurrir!. Quien nos siga podrá recordar que hace tiempo lo anunciamos. No podía ser que en las parejas jóvenes, demandantes reales, el salario de por vida de unos de ellos habría de destinarse a pagar la vivienda,... . Como las rentas también eran altas, y el dinero barato y fácil: ¡a comprar con hipoteca!. Esa demanda real fue la primera originaria de la subida. Se empezó a especular con el suelo, especulación propiciada por ayuntamientos y las malas leyes de urbanismo. Los pisos subían y subían. Mucha gente empezó a comprarlos como inversión, incluso dejándolos vacíos. Incluso, “listos”, compraban con hipoteca, para vender al cabo de un tiempo y quedarse con la ganancia.
La construcción de casas que no se necesitan tiraba como loca de la economía. Se creaba empleo que ocupaban, en gran parte inmigrantes: los constructores no encontraban peones en España, surgían urbanizaciones irracionales, léase Seseña, siglo XXI, provincia de Salamanca, Zaratán, etc. etc..
En la gran potencia mundial los bancos prestaban dinero, no sólo para vivienda, sino para consumo en general, con dudosas garantías: las hipotecas basura. Llega la inevitable morosidad y “tío, Sr. Bush, páseme usté el río”.. ¡Veremos si salva un hundimiento que pudiera arrastrar a parte de la banca mundial!.
En Europa salen los gobiernos a prometer inyecciones para salvar al sistema financiero tocado del ala. Parece que en España bancos y cajas tienen solidez. Creo no debe cundir el pánico, pero, para mayor tranquilidad deberá salir Zapatero, posiblemente lo haya hecho cuando aparezca este artículo, a decir, con oferta y datos creíbles en la mano; -“tranquis que aquí no pasa na”.
Pero, por encima de esta situación coyuntural, (que no se va a arreglar insuflando dinero a constructores para que siga la construcción de viviendas que no se necesitan), existe un problema estructural planetario de fondo: ES NECESARIO UN CAMBIO SOCIAL, UNA REDISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN, UNA ORIENTACIÓN DEL TRABAJO A DISTINTAS ACTIVIDADES, UNA NUEVA FILOSOFÍA DE VIDA QUE NO ASOCIE FELICIDAD CON CONSUMISMO.,..... .
Lo conquistado en los países desarrollados: alimento, vestido, vivienda, sanidad, educación para todos ha de mantenerse, aliñado el guiso con dosis de austeridad y sentido común. En otras actividades humanas será necesario meter la tijera.
Son necesario cambios estructurales que (s. D. q.) expondremos en próximo artículo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

las viviendas siempre se necesitan, lo que debe existir es un plan conjunto y no una sobreoferta y prestamos sin el suficiente aval.

Agapito dijo...

ACLARACIÓN: El artículo anterior ha sido escrito hace más de un mes, cuando todavía los gobiernos no habían decidido inyectar dinero a los bancos.

Matizando a "Préstamos Hipotecarios":

Vivienda, alimentación, vestido, sanidad, educación, transporte, son las necesidades primarias del ser humano. Ésto ha de conseguirse con el trabajo de todo individuo con capacidad de trabajar, según sus aptitudes y actitudes.
Cubrir esas necesidades no debe dejarse al albur, exclusivamente, del mercado, con interferencias del capitalismo feroz y de las ingenierías financieras. Deben intervenir los Estados cuando haya excesos y desequilibrios, como ha ocurrido con la vivienda.